lunes, 6 de diciembre de 2021

Hojas de la memoria: Descubrir y recuperar la Ribera del Marco

El pasado domingo, 28 de noviembre, tuve el privilegio de participar en el evento La Ribera Literaria, organizado por la Biblioteca Pública de Cáceres en colaboración con la Asociación de Amigos de la Ribera del Marco y en el curso del cual se plantaron una treintena de olmos resistentes a la grafiosis en la zona conocida como "Huerta del Conde". Se había convocado a otros tantos escritores y escritoras, que apadrinarían la plantación de cada uno de estos árboles, colocando unas cartelas con el nombre del correspondiente escritor o escritora. 

Actos como este se revelan más que necesarios a fin de dar visibilidad y promover la recuperación efectiva de una zona de Cáceres cuya importancia para la ciudad es indiscutible y que a todos corresponde poner en valor. Destacados intelectuales e industriales cacereños han reivindicado la singularidad de la Ribera del Marco y su enorme potencial tanto hídrico como ecológico desde finales del siglo XIX, aunque no siempre hayan sido escuchados como se merecen. La escritora e investigadora Pilar Bacas, en su libro Joaquín Castel, La burguesía emprendedora en Extremadura (Ateneo de Cáceres/Tau Editores, 2017), recuerda la figura de este farmacéutico aragonés, afincado en Extremadura, redactor de varias monografías con propuestas para la dinamización de los recursos hidrológicos de la ciudad, llamando especialmente la atención acerca del Manantial del Marco y del agua procedente de las Minas de Fosfatos. De su lectura se desprende no solo hasta qué punto Castel se implicó con su ciudad de adopción sino también cómo sus ideas resultaban relevantes y útiles para el aprovechamiento de los acuíferos existentes en los alrededores del casco urbano. En los folletos publicados en la imprenta de Nicolás Jiménez, sita en el Portal Llano, en la Plaza Mayor, entre los años 1895 a 1899, se recogen Algunas ideas sobre el engrandecimiento de Cáceres, tratando de concienciar a los cacereños sobre la Influencia del manantial del Marco en el desarrollo material de Cáceres. No es para menos. 

La importancia de la Ribera ha sido capital en la historia de nuestra población y también hoy, cuando todo lo tecnológico y virtual parece haberse adueñado del día a día, se hace todavía más urgente desplegar cuantas actuaciones sean necesarias para preservar el medio natural, en unos momentos en que los efectos del cambio climático cada vez están más presentes. En Cáceres, esto significa que la ciudad debe volver sus ojos hacia la Ribera. No se puede permitir que un espacio tan singular y dotado de tantos valores ecológicos continúe depreciándose, sucumbiendo víctima del abandono y de la acumulación de basuras y residuos. Basta echar un vistazo a la gran laguna del Marco y a su cauce. A finales del XIX, Joaquín Castel proponía una serie de medidas con las que pretendía dotar de caudal a la cuenca del Marco y utilizarlo para el alumbrado eléctrico de la vía pública de Cáceres, así como para destinarlo al riego de las huertas. En el siglo XXI, ¿a quién no le gustaría que nuestra ciudad dispusiera de un corredor fluvial transitable, un oasis de naturaleza a pocos metros de las edificaciones? Iniciativas como esta de La Ribera Literaria resultan por ello tan necesarias, aunque ciertamente, no son las únicas ni las primeras que pretenden conservar, cuidar y potenciar este espacio verde. Libros como La cacereña Ribera del Marco, de Juan Carlos Martín Borreguero, Fernando Jiménez Berrocal y Agustín Pedro Flores Alcántara (Ayuntamiento de Cáceres, 2008) y campañas como La Ribera del Marco se mueve, Cáceres se mueve, pretenden informar a la ciudadanía sobre la importancia de este corredor, sus elementos naturales, etnográficos y arqueológicos de todo tipo que son parte y vida de la historia de Cáceres. A ello hay que añadir las actividades que viene realizando la Asociación de Amigos de la Ribera del Marco, que como se indica en su página web (https://amigosdelariberadelmarco.jimdofree.comtiene como propósito promover la conservación y descontaminación de la Ribera y de su entorno. A ello contribuirá también el nuevo número de Norbania que acaba de publicar la Asociación Cultural Norbanova. 





Efectuaremos a continuación un recorrido visual por algunos puntos vinculados a la Ribera del Marco, recordando épocas pasadas por medio de antiguas fotografías y tarjetas postales, así como contemplando su estado actual. 


Aguadoras en el Puente de San Francisco, procedentes de Fuente Fría 
(Tarjeta Postal E. Blasco)


Antiguos Pilares de San Francisco, hoy en el Foro de los Balbos (década de 1930)


Vista parcial de la ciudad, en primer plano, a partir de San Francisco, 
aspecto general de la Ribera y sus huertas
(principios de la década de 1960)


Fuente Concejo (1915, fotografía de Xavier Parès)


Vista parcial de la ciudad, en primer plano, huertas y Ribera en la zona de Fuente Concejo 
(mediados del siglo XX. Fotografía de Otto Wunderlich)



Sellos emitidos por la Asociación Cultural Filatélica y Numismática Cacereña dentro de la serie "Cáceres Verde", dedicados a la Ribera del Marco. 





La Ribera del Marco en la actualidad 








domingo, 31 de octubre de 2021

Lecturas de otoño

La transición de octubre a noviembre marca el punto de inflexión del otoño y el inicio de la cuenta atrás que conduce hasta los días más grises e inestables que depararán los meses de diciembre y enero. Es tiempo de interminables tardes en el microcosmos del cuarto, cuando uno se abandona a las cadencias del jazz y al sereno placer de la lectura, mientras afuera, la intermitente compañía de la lluvia se deja sentir sobre las herméticas ventanas de la buhardilla. Son horas de reflexión, de largos silencios convertidos en terreno fértil para la literatura merced al amparo siempre fiel de los libros, cuando la luz adelgaza rápido.

A estas horas, vuelven a desbordarse los estantes de mi biblioteca. Poesía, novela, volúmenes sobre música, se hacen fuertes y reclaman su turno. No dudo que cada uno habrá de tener su momento. Mientras me atrapan los nuevos relatos de Haruki Murakami, fluyen caudalosos los versos de Santos Domínguez (El tercer reino), Ioana Gruia (La luz que enciende el cuerpo), Francisco Caro (En donde resistimos), Martínez Mesanza (Jinetes de luz en la hora oscura), Luis Alberto de Cuenca (Después del paraíso), Ida Vitale (Tiempo sin claves) o Francisco Brines (Donde muere la muerte). Libros que por estilo y construcción poética, temática, propuestas de contenido, se me antojan muy apropiados para estas jornadas de otoño que invitan a meditar sobre la esencia de lo que somos y el camino que recorremos. 



viernes, 8 de octubre de 2021

Mi Reseña para la presentación de "coVID, el viaje del vino"

Reseña para la presentación de la novela "coVID, el viaje del vino", del escritor Ángel Luis Fernández Sanz. II Otoño Literario. Palacio de la Isla, Cáceres, 8 de octubre de 2021. 


 “coVID”: El nacimiento de un escritor

Cáceres, 8 de octubre de 2021

 

I. No todo lo que trajo consigo la pandemia tenía que venir marcado por el aliento de la tormenta. Nadie podía imaginar hasta qué punto aquel dos mil veinte iba a suponer un cambio tan radical en nuestra cotidianidad. Si alguien hubiera osado improvisar un augurio, habría sido tachado de enloquecido visionario, y su historia, el argumento de una novela. Pero la realidad conspiraba en silencio e iba diseminando sus fluidos sobre el gris asfalto, aguardando el instante preciso para desarbolar el sosiego, los andamiajes de una vida acostumbrada a la lineal caricia de la rutina. 

 

De súbito, el mundo cerró sus puertas y el día a día quedó atrapado entre las cuatro paredes de lo desconocido, de la incertidumbre. Fue entonces cuando la imaginación se hizo fuerte, cuando la necesidad de evasión supo destejer las ligaduras para construir espacios de claridad al final de los corredores. 

 

En un universo a la medida del whatsapp, en una primavera incandescente de abrazos virtuales, descubrió Ángel Luis que en aquel acotado entorno habitaban mil personajes, mil imágenes, mil rutas que se hacían palabra y párrafo entre sus dedos, y decidió compartir su hallazgo con quienes, como él, únicamente podían latir al ritmo de los beeps de un teléfono móvil.  Así, sorbo a sorbo, fueron cobrando vida las correrías de un protagonista surgido desde la inmovilidad pero inflamado de aventura, con los sentidos desquiciados por la gracia del virus. No pensaba nuestro autor que alimentaría tan poderoso torrente de escritura, que aquellos primeros whatsapp se prodigarían exponencialmente, sometiendo a sus destinatarios a una tensión que terminó siendo adictiva espera, demanda de nuevos escenarios, de insospechados desenlaces. Desde dentro, selladas las paredes, yermas las carreteras y huérfanos los cielos, sirvió el encierro de acicate para despertar las claves de un oficio que aguardaba dormido el beso de la fantasía, el inquieto gusanillo de la tinta y su capacidad de engendrar la palabra. 

 

         II. Porque coVID, “el viaje del vino” es más que un divertimento de unos meses de vida aparcada. Estamos ante una opera prima de grandísimo calado, donde se plasma la enorme capacidad creativa de un autor que residía agazapada en las profundidades del insomnio como el magma de un volcán a punto de estallar. El lector encontrará en esta novela un trepidante recorrido vertebrado por los aromas de caldos imposibles, de vinos que irán marcando la sístole y diástole del protagonista, involucrado en una espiral de sucesos y viajes que aproximan la narración al clima de una intensa road movie que, sin tregua, acaba seduciendo al espectador. Pero es que el autor, aun cuando su relato serpentea a través de múltiples lugares y localizaciones, utiliza como referente y punto de partida la que es su ciudad de residencia, Cáceres, cuyas calles, cuyo ambiente urbano, cuyos habitantes, interactúan y se insertan en ese engranaje, dando sentido al hipnótico discurrir de su personaje en pos de los más exóticos vinos para los que reserva un destino que resultará cercano al lector, pues es sabido que la bodega que José Polo y Toño Pérez albergan en su caserón de la Plaza de San Mateo se precia de ser una de las más selectas de toda la geografía nacional.  Desde Cáceres, la novela traza diversos itinerarios que nos llevarán hasta tierras del Norte, y desde el frío Helsinki, a las arenas de Egipto para terminar recalando en el México ancestral de los chamanes y sus experiencias psicodélicas. 

 

En medio de este crisol de sensaciones, las del viajero, las de la aventura y el riesgo, las del paladar ávido de olores y sabores que desafían la ortodoxia, conviven un rosario de figurantes, muchos de ellos ataviados de ese ese mismo exótico ropaje y que aparecen seducidos por el intenso magnetismo que desprende este Mario Da Sousa por donde quiera que sus privilegiados sentidos del gusto y el olfato le conducen. Especial mención merecen los personajes femeninos con los que traba contacto y con los que comparte instantes de ígnea temperatura. Sorprende la habilidad del escritor para componer escenarios tan diametralmente distintos, paisajes y gentes que parecen sacados de su propio acervo de vivencias. No faltan tampoco las muy numerosas referencias documentales, reveladoras del conocimiento adquirido sobre múltiples temas (enología, historia, arte, gastronomía, etc..) y del sin duda concienzudo trabajo realizado para su ensamblaje. Otras veces, da entrada a tipos y situaciones que rayan en el esnobismo o lo surreal, celebrities, actores de un teatro marcado por la sofisticación o lo exclusivo, como los que acuden al Congreso Mundial del Vino o las fiestas hollywoodienses. 

 

III. Mas no nos dejemos llevar por la inercia del viaje, por el jet lag. La historia que protagoniza Mario Da Sousa posee ingredientes de la novela negra, en su argumento late un subrepticio clima de intriga que va coloreando sus andanzas por medio mundo, como los matices de los distintos vinos cuyo regusto le impregna los labios.  No obstante, en el tiempo del coronavirus, y en todo caso, como hemos dicho, el mejor oasis no se encuentra en tierras de Dubái o en los dominios del Sultán de Brunei. La Ítaca de Ángel Luis es siempre Cáceres, su Parte Antigua que con orgullo recrea en muchas de estas páginas, con un guiño a lugares de intensa conexión afectiva como La Generala, de la que dice “había sido un lujo estudiar en un lugar tan mágico”. Y ciertamente, no es para menos. 

 

Sería un crimen hacer spoiler del final de esta novela. Por favor, no tengan la mala costumbre de echar un vistazo a sus últimas páginas porque no entenderán nada. Dejemos a Mario conversando con sus fantasmas…Afuera, todavía cabalga el virus y los rostros semejan presencias cercanas, embozadas facciones testigos de un año convulso. Dejémosle buscando respuestas, trazando acaso rutas nuevas que surcar más allá del cerco de lo cotidiano. 










sábado, 2 de octubre de 2021

Regreso a Badajoz para compartir la palabra y la felicidad de la creación

Siempre he considerado a Badajoz una ciudad hospitalaria y acogedora. De gentes espontáneas y abiertas, quizá por eso de su vocación fronteriza. Desde los años en que residí allí, de los que guardo un magnífico recuerdo, también asocio a Badajoz con la música, y muy especialmente con el jazz. Acaso porque solía pasar horas escuchando este tipo de sonido mientras trabajaba y escribía de noche, tras los cristales de mi ventana con vistas al frondoso jardín que rodea el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), cuando solo los neones de los rótulos perturban la creciente oscuridad que se derrama sobre la dormida floresta. Ayer volvía a Badajoz después de este largo período de inseguridad e incertidumbre propiciadas por la pandemia. Y lo hacía con el mismo motivo que la última vez que tuve la oportunidad de pisar las calles de su casco antiguo, presentar un libro de poemas. Animadísimo el ambiente en la Plaza de España y en los aledaños de la calle de San Juan, con las terrazas a rebosar, con la sonrisa de vuelta en los rostros (no en vano, ayer, 1 de octubre, era el día internacional de la sonrisa), y en definitiva, con la impronta de la vida sobreponiéndose a tantos meses de cuarentena. Era la claridad la que empujaba el tránsito de las horas, la silueta multicolor de las gentes e impregnaba espacio urbano, humedeciendo los labios al son de los malabares de la libertad nutricia. 

No conocía el local de la Unión de Bibliófilos Extremeños en las proximidades de la emblemática Plaza Alta, en el Badajoz más castizo fruto del mestizaje de aromas de su pasado árabe y de su su vecindad lusa. Qué mejor escenario para compartir los versos de "Las erratas de la existencia" ante un auditorio igualmente permeable a los flujos de la poesía, con varios intelectuales y escritores venidos del otro lado del océano y un íntimo grupo de amigos, de esos que nunca fallan. Si antes hablaba de hospitalidad, qué mejor ejemplo el de la UBEx, cuya responsable, Matilde Muro, que no pudo estar presente, había dejado unas cariñosas palabras a las que Teresa Morcillo se encargó de dar vida para inaugurar la velada que continuaría con las lúcidas y rigurosas intervenciones de Basilio Rodríguez Cañada, escritor y presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión y de Felipe Rodríguez Pérez, buen amigo, profesor del I.E.S. "Bioclimático", de Badajoz. Imposible cuantificar la satisfacción que produce escuchar lo que personas tan cercanas han experimentado al leer los versos de uno. De ahí que la emoción que luego se siente al recitar los poemas participe mucho de esas líneas que ellos han trazado, buscando hacer accesibles ideas y sentimientos, palabras que dejan de ser propias cuando pasan a los dominios del lector, del intérprete. "La poesía deviene así candeal bocado/que degustar con fruición, /desasida ya de todo vasallaje." 




En las fotografías anteriores, de izquierda a derecha, Felipe Rodríguez, Jesús M. Gómez, Basilio Rodríguez y Teresa Morcillo

Badajoz hizo suyas así "Las erratas de la existencia", sus versos, sus reflexiones. Se dejaron amaestrar a imagen y semejanza de otras voces, dispersa ya su fragancia entre el laberinto de callejas de su parte vieja, entre el bullicio de los veladores, respirable, maleable a los sentidos. 

Porque la creación, la sensación de poder compartirla, sin más pretensiones ni arrebatos propios de pretenciosos egos, quizá sea uno de los pilares de la felicidad. Así lo recordaba mi admirado Albert Camus en sus Carnets, glosando a su vez los pensamientos de Poe:

"Poe y las cuatro condiciones de la felicidad:

1) la vida al aire libre

2) el amor a una persona

3) la renuncia a cualquier ambición

4) la creación"


sábado, 25 de septiembre de 2021

Presentamos "Las erratas de la existencia" en Badajoz y Cáceres

El próximo viernes, 1 de octubre, comenzaremos la mini gira de presentaciones de "Las erratas de la existencia" con la lectura que tendrá lugar en la ciudad de Badajoz, a las 19:00 horas, en el Salón de Actos de la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx), y que contará con la participación del presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión, el escritor y editor Basilio Rodríguez Cañada, así como del profesor de lengua y literatura del I.E.S. "Bioclimático" de Badajoz, Felipe Rodríguez Pérez, que me acompañarán en esta presentación de mi nuevo poemario en la capital pacense. Hará de anfitriona la presidenta de la UBEx, Matilde Muro Castillo, en su sede de la calle Encarnación núm. 3, en pleno casco viejo de la ciudad. 


Apenas tres días después, el lunes 4 de octubre, presentaremos el libro en Cáceres, en el Salón de Actos del Ateneo de Cáceres (Palacio de Camarena, C/General Ezponda, sede del Colegio de Arquitectos), a las 19:30 horas, en el marco del Aula de la Palabra de la Asociación Cultural Norbanova, y con la intervención de Basilio Rodríguez Cañada, presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión y María de la Vega de la Peña del Barco, profesora de literatura del I.E.S "Hernández Pacheco", de Cáceres. Esperamos que la velada tenga tan buena acogida por parte del público como la tuvo aquella que celebramos en junio de 2019 para presentar "La complicidad de los amantes".  Lamentamos que por problemas personales y familiares de última hora de uno de los músicos que iban a participar no podamos ofrecer el programa que inicialmente habíamos previsto. 


Escrito en segunda persona, “Las erratas de la existencia” se articula en cinco apartados en los que, tomando como excusa obras o pensamientos de la literatura existencialista, Franz Kafka, Michel Houellebecq o Pessoa, así como de la cultura japonesa, el poeta medita acerca de la indiferencia del ser humano respecto de su propia fragilidad, el sentido de la justicia, la poesía, la contemplación de la muerte, la soledad y la despersonalización de un mundo dominado por lo virtual, donde la búsqueda de la libertad surge como íntima reconciliación con uno mismo. Aunque los poemas que componen este libro se escribieron durante los años 2018 y 2019, las preguntas y reflexiones que en ellos se plantean resultan de una gran actualidad vistas las circunstancias y los desafíos a que hoy nos enfrentamos. Finaliza el libro con un sexto apartado, a modo de “adenda”, donde el poeta se convierte en espectador de esta nueva realidad que nos ha tocado vivir. 






domingo, 19 de septiembre de 2021

Al regresar de la Feria del Libro de Madrid

Un día intenso rodeado de libros. En Madrid, por la mañana, hacía tiempo que no veía con tantísimo ambiente el Parque del Retiro y sus alrededores. La bondad del clima, en las postrimerías del verano, así como la mejoría en todos los indicadores de la pandemia, contribuyeron sin duda a que la gente acudiera en masa a su cita con los escritores y sus obras en esta octogésima edición de su Feria del Libro. Impresionantes las colas que abarrotaban las entradas al recinto y, ya dentro, ante las casetas en las que firmaban escritores mediáticos y muy apreciados por el gran público. Con ello, mi experiencia fue la de cualquier autor novel en estas lides, excitante y a la vez realista, pues uno no congrega multitudes y todavía menos cuando se trata de libros de poemas. En todo caso, en ningún momento había pretendido emular el magnetismo del que aparecen investidos todos esos autores que concitan interminables hileras de público, desde la perspectiva de la narrativa, la novela negra o histórica, la divulgación científica o su carácter de rostros conocidos de la pequeña pantalla. La sensación de aguardar la llegada de los lectores desde el interior de la caseta es bien diferente a la de peregrinar a lo largo de todas ellas. Por eso mismo resulta más que gratificante cuando alguien se acerca para preguntar por tu libro o para que se lo dediques. Es ese momento en que las palabras que un día uno escribió dejan de pertenecerle, cuando inician su tránsito definitivo hacia universos bien distintos de los del propio creador. Siempre me ha costado elegir las palabras más adecuadas para cada lector, la dedicatoria individualizada perfecta. Porque creo que el escritor debe tratar de aproximarse a quien va a hacer suyo el mensaje contenido en sus párrafos, en sus estrofas o versos. Es lo que siempre he intentado conseguir, no sin riesgo de incluir dedicatorias extensas y a veces inconexas o estereotipadas. En una Feria como la de Madrid, con cientos de casetas y un público apasionado e incontable, la mayor parte de los autores no pueden emplear mucho tiempo en estos menesteres. Salvo los que, como quien escribe, no se ven agobiados por la marabunta de las colas. La sensación es efectivamente inolvidable. Uno se siente por unos instantes partícipe y protagonista de todo ese circo, pequeña hormiguita literaria. Pero lo más importante es que lo que has querido transmitir pueda llegar a todos esos lectores desconocidos que gracias a eventos como este terminarán teniendo tu libro entre sus manos.



Firmando ejemplares de "Las erratas de la existencia", en la Feria del Libro de Madrid, 
18 de septiembre de 2021. Caseta 200, del Grupo Editorial Sial Pigmalión

De regreso a mi ciudad de residencia, continuar implicado en la difusión del libro. En la celebración de "La noche del patrimonio", fue una satisfacción completar el día literario junto a mi amiga y escritora Pilar López Ávila, de la Asociación Cultural Norbanova, animando a la lectura de los títulos de su catálogo editorial en el marco de la Feria del Libro Ambulante "De cordel"





sábado, 11 de septiembre de 2021

"La sangre Música", de Antonio Daganzo. Reseña de presentación

Reproduzco a continuación la reseña de presentación del libro "La sangre Música", del poeta ANTONIO DAGANZO, leída ayer, 10 de septiembre de 2021, con motivo de su intervención en la velada inaugural del curso en el Aula de la Palabra de la Asociación Cultural Norbanova. 

                        ANTONIO DAGANZO CASTRO en el Aula de la Palabra:

 “La sangre Música”

Cáceres y Madrid, 10 de septiembre de 2021

 

         Con “La sangre Música”, su nuevo poemario, el escritor madrileño Antonio Daganzo repite aventura literaria de la mano de la editorial chilena RIL Editores, con la que ya publicó en 2012 su libro “Llamarse por encima de la noche”. Llega este último trabajo después de una fecunda travesía poética integrada por los títulos “Mientras viva el doliente” (2010), “Juventud todavía” (2015) y “Los corazones recios” (2019), todos ellos publicados en la colección “Baños del Carmen” de Ediciones Vitruvio. 

 

         “La sangre Música” es un libro que condensa el pensamiento poético y vital de Antonio Daganzo. Concebido en clave de partitura, se organiza en un preludio y cinco cantos, cuyo contenido va ganando en tempo, en intensidad, configurándose en síntesis como un solo poema que comparte elementos formales y temáticos con sus obras anteriores. Con los mimbres del verso libre, el autor concibe su discurso nota a nota, vertiendo su mensaje a la medida de una batuta que va disciplinando el ritmo según los impulsos de su torrente expresivo, en series cambiantes de versos de calculada precisión que se suceden pausadamente hasta componer cada uno de los distintos cantos, en los que el poeta recurre una y otra vez a la pregunta, a la exhortación que ya emplease en “Llamarse por encima de la noche”, como medio de amplificar el relato narrativo de su texto, dirigiéndose a sus testigos cómplices en el recorrido de la vida, y en definitiva, al lector que de este modo termina también involucrándose, espectador silencioso. 



         Porque esta crónica arranca precisamente desde el silencio, desde la arrumbada latitud de un tiempo -en palabras del poeta- “antes de la melancolía”, cuando “fuimos savia imposible”, energía que empuja a alzarse sobre lo oscuro, a trascender más allá de los moldes de la derrota. Enuncia así Antonio Daganzo en sus poemas las distintas etapas en ese itinerario personal que le lleva, tras abolir el silencio, hasta la ganancia de la luz, inyectada la sangre de fuego primigenio, una sangre que es Música, como Música es la hoguera febril de la palabra. Si ya en sus poemarios anteriores la presencia del dolor, de la soledad, de la tristeza, adheridos al indeleble lastre de una infancia invernal, “cautiva de la asfixia”, estaban presentes en sus versos, retornan ahora los fantasmas del páramo, si bien es distinta la voz del poeta, decidida a exorcizar la impronta de todo resquicio de cualquier sombrío vasallaje. Y lo hará mediante la redención de la poesía, su “secreto extraordinario”, el canto capaz de vencer la secular amenaza del abismo. 

 

         Tras aquellas reflexiones sobre sí mismo contenidas en poemarios como “Mientras viva el doliente” o “Juventud todavía”, la singladura temática de este último libro enlaza decididamente con la propuesta que ya se alumbraba en el poema “La sangre sabia”, que cierra “Los corazones recios” y que en “La sangre Música”, Antonio Daganzo desarrolla, recorriendo, canto a canto, episodios y lugares que han marcado su madurez, el camino hacia la codiciada sangre vencedora y luminosa que abre los ojos. Recuerda así sus días en la atávica posesión del Norte, aquel verano gallego con las facciones de sus ancestros, la conciencia de la historia escrita en los caminos de las propias venas. Para levantarse desde “la duda, la vigilia, la fatiga”, cual íntimo ave fénix que inaugura la fundación de un nuevo yo forjado sobre las ruinas del aguacero. En versos del poeta Francisco Caro, al que Daganzo dedica ese sintomático poema final de “Los corazones recios”, que las palabras “sepan del milagro, / que en el papel escuchen / un revuelo y un canto / como el que escucho yo /”.  Porque la Música nace desde la misma revelación del júbilo y en este viaje no podía faltar la referencia al prodigio que supone pisar “la tierra del amor”, cabalgar el destino desde el lenguaje de las caricias, más allá de los límites del espacio conocido. Surge así la querencia americana del poeta, el descubrimiento del cuerpo, la cercanía del dios hecho mujer, su melodiosa hilatura.

 

         Si en “Juventud todavía”, la poética de Daganzo ya se hilvanaba introspectiva, aunque veteada de halos de claridad, en “La sangre Música”, el autor da un paso más, traza los senderos del itinerario que conduce hasta su particular nirvana, el que representa la liberación del tiempo y de la fiebre, el que se construye con el buril de la experiencia, de la autenticidad, del amor transcrito en el pentagrama del horizonte.  Nuevamente advertimos en los versos finales del libro ese guiño a “Los corazones recios”y a su último poema: La “sangre sabia” como fuego que ilumina los galopes del alma, sangre que es efusión de vida y que redime del silencio y de lo oscuro: “Toda la sangre Música”, la música que proclaman las sílabas del engranaje de la poesía, que reconcilian al intérprete con los ecos de antiguas travesías, instantáneas de una ciudad otrora esquiva y hoy abrazo de hermosura, imprescindible como las esquirlas del pasado, siempre presentes, como el Salón de Reinos o el Parque del Retiro, testigos de las horas que avanzan, de las hazañas del entusiasmo. Acudiendo al decir de Aleixandre, “Lejos el rumor pedregoso de los caminos oscuros/donde hombres ignoraban su fulgor aún virgíneo”. Cantó entonces el poeta su tierra, su mar, pero también la luz, y como Daganzo, “cantó la sangre de la aurora en mi lengua”.

 

         “Hemos ganado el alba”, declara y así lo pregona, compartiendo compases y armonías con sus voces cómplices, las que le han acompañado en la búsqueda, a las que ha implorado y les ha reprochado sus ausencias y sus traiciones. Llegado es el momento en que el mundo se empape de su canto y de la generosidad de su palabra. 


                                                Jesús María Gómez y Flores. 10 de septiembre de 2021. 

sábado, 4 de septiembre de 2021

"Las erratas de la existencia" estará en la Feria del Libro de Madrid

He visitado en varias ocasiones la Feria del Libro de Madrid. En años anteriores a esta época de pandemia.  Cuando el Parque del Retiro se veía desbordado por la irrupción de innúmeras multitudes. Coincidía entonces con el ocaso de la primavera, estrenado junio con sus reflejos de estío. Esta vez será el otoño quien bendiga el tránsito de los libros, la melodía de las páginas y la avidez de los lectores. El coronavirus ha cambiado muchas cosas, ha golpeado con saña la línea de flotación de lo cotidiano, alterando nuestro modus vivendi. Todo debe, sin embargo, intentar sobreponerse a las carestías de ese tiempo que nos ha tocado vivir, que hace poco, ni siquiera imaginábamos. Desde el 10 al 26 de septiembre, el mundo de la literatura y de la edición volverá a erguirse entre la arboleda de aquel paseo emblemático de la ciudad de Madrid, símbolo de que la vida debe continuar después de todo, con conductas responsables y dentro de las obligadas limitaciones. 

Siempre fui un paseante anónimo en ese marasmo de rostros y casetas. A lo largo del trayecto que lleva desde la Puerta de Madrid, frente a la llamada Casa Árabe, hasta vislumbrar la glorieta en que se encuentra la estatua del Ángel Caído. Libros y más libros, gente haciendo cola para conseguir el autógrafo de su autor favorito, ambiente festivo. Deambular de incógnito, confundirse en la mixtura de múltiples aromas. Siempre me había preguntado cómo se sentiría uno viviendo aquel circo desde dentro, aguardando la llegada de quienes esperaban compartir las palabras que un día escribiste y la imprenta lanzó al aire. Podré experimentar este año esa sensación cuando el próximo sábado 18 de septiembre, con el equipaje de mi poemario "Las erratas de la existencia", acuda al Parque del Retiro de la mano del Grupo Editorial Sial Pigmalión y desde las 13 a las 15 horas, esté a disposición de cuantos lectores quieran detenerse ante su caseta, la número 200 en ese panal de librerías y escaparates que compondrán esta edición postpandémica de la Feria del Libro madrileña. 

Tras su publicación, el pasado mes de junio, no son pocos los que ya han leído "Las erratas de la existencia" y diversas las reseñas en las que comentan la experiencia de esa lectura. Como denominador común, recogiendo las palabras del poeta Álvaro Valverde, es un libro duro, en el que "hay poemas tan desasosegantes como logrados". Podía decirse que es un poemario en el que la realidad aflora a través del verso, donde se formulan interrogantes que todos podemos habernos hecho en algún momento. Como dice el también poeta Nicolás Corraliza, es un "libro existencial. Poemas duros y esperanzados que exponen nuestra fragilidad ante la incertidumbre del mundo".  Esta es, efectivamente, la dinámica del mensaje que el autor ha querido expresar. En un tiempo como el que vivimos, coexisten la dinámica de una realidad que duele y la convicción de que es posible un mundo mejor, aunque siempre dependerá de nosotros, de nuestro compromiso con cuanto nos rodea. 

Finalizada la Feria del Libro de Madrid, la siguiente parada hasta ahora prevista de "Las erratas de la existencia" será en Cáceres, el 4 de octubre, en el marco del Aula de la Palabra de la A.C. Norbanova, y en el salón de actos del Ateneo de Cáceres. Será una lectura en la que habrá piano y canto, como ya ocurriera con "La complicidad de los amantes"




sábado, 21 de agosto de 2021

Hojas de la memoria: Eulogio Blasco y el "Álbum de Cáceres"

Casi veinte años después, incorporo por fin a mi colección el "Álbum de Cáceres", editado por Eulogio Blasco en 1925. Aunque sus tarjetas postales me eran sobradamente conocidas e incluso ya tenía la mayor parte como piezas por separado, no ha sido tarea fácil localizar el cuadernillo completo, con todas sus vistas, tal como se puso a la venta en su día, conservando incluso aún las tiras de papel cebolla que servían para separar cada una de aquellas. De esta forma, resulta obligado actualizar la información contenida en nuestro libro "La tarjeta postal en Cáceres, 1900-1940", editado por Cicon Ediciones en 2002, y cuya autoría tuve el honor de compartir con la entonces archivera de la Excma. Diputación Provincial de Cáceres, María Antonia Fajardo Caldera. En el catálogo que incluíamos en la última parte del trabajo, efectuábamos una relación de las tarjetas que componían el mencionado "Álbum de Cáceres", en la que no figuran todas ellas, probablemente porque el ejemplar que se tuvo en cuenta (perteneciente al archivo de la Diputación Provincial), no estaba completo.  Y es que, como decimos, lo más común es que las vistas se separasen para su utilización independiente en la correspondencia. Las imágenes que aparecen en estas tarjetas no aportan realmente ninguna novedad destacable respecto a otras del mismo editor, que publicó diversas series. En su mayor parte se basan en las mismas fotografías, si bien lo más característico de este bloc es que las postales son de tonalidad verdosa y con la leyenda en letras negras, no siempre coincidente con la que aparece en las imágenes de otras colecciones. El álbum ofrece una visión muy completa de la ciudad de Cáceres y sus espacios monumentales más destacables, tal y como lucían a finales de la década de 1910 y principios de la de 1920 del pasado siglo. 

La relación de tarjetas que componen este "Álbum de Cáceres", de Eulogio Blasco son las siguientes (sustituye a la que aparece en la página 105 del libro antes mencionado):

Vista General, Plaza Mayor y Torre de Bujaco, Torre de las Cigüeñas, Torreón del Vizconde de Roda, Casa del Sol, Cuesta de la Compañía de Jesús, La Torremochada, Arco del Cristo, Arcos en el Adarve, Arco de la Estrella, Palacio de Godoy, Puerta de Santa María, Palacio del Conde de Adanero, Aljibe Árabe, Casita Muzárabe, Casa de la Cuesta Aldana, Calle del Adarve, Casa Solariega, Castillo de la Arguijuela y Casa de los Golfines. 

Puede apreciarse que algunas vistas que aparecían en series anteriores no fueron finalmente incluidas en este álbum, como las de "Puente de San Francisco" o "Calle de la parte antigua", figurando sin embargo otras nuevas, como el "Palacio del Conde de Adanero" o la dedicada al aljibe. 

En todo caso, Eulogio Blasco retrata en sus postales el romanticismo de un Cáceres de aguadoras y vendedores ambulantes, de palacios con sus paredes encaladas, testigos de un pasado que se antoja dormido en la morriña de los tiempos y el olvido de sus habitantes. 


Diferencias entre las postales incluidas en el "Álbum de Cáceres" y las de otras series de Eulogio Blasco. La situada a la izquierda pertenece a dicho cuaderno (en verde y con leyenda en la parte inferior, en negro), mientras que la situada a la derecha es de otra serie anterior, aun cuando la fotografía es la misma. La leyenda aparece en la parte superior, también en negro. 


La misma fotografía en las versiones del Álbum de Cáceres (izquierda) y de otra de las series (derecha). Además del tono verdoso de la primera, aun cuando se trata de idéntica imagen, la leyenda es distinta: "Calle del Adarve" y "Arco del Adarve". 


En las imágenes anteriores se observa cómo la misma fotografía es reproducida de forma diferente en dos series de postales realizadas por el mismo editor. Vemos que en la primera (izquierda) es dominante el tono verdoso y en la segunda (derecha) prevalece el sepia y la leyenda aparece en relieve, añadiéndosele la mención "Ed. BLASCO", que en las otras figura en el reverso. 

Eulogio Blasco López (1890-1960) demostró desde la infancia sus dotes para las artes, y así, tocaba con su madre el piano (hoy expuesto en el Museo de los Pedrilla), habiendo destacado como artista de la pintura, estudió en la Escuela de San Fernando en Madrid, instalando su taller en Cáceres desde 1935. Como consecuencia del sarampión quedó sordomudo. Destacó también en el grabado, la fotografía y el repujado. La Escuela de Bellas Artes de Cáceres lleva su nombre. También se le conoce popularmente como “Eulogio Blasco, el Mudo”. Sus padres regentaron el establecimiento llamado “El Precio Fijo”, bazar que estaba situado en la calle Pintores, núm. 5 y que cerró en 1972. 




Tarjetas postales basadas en cuadros originales de Eulogio Blasco, de la serie "Tipos cacereños" En ellas aparecen personajes y ambientes propios de la vida cotidiana de la ciudad en las primeras décadas del siglo XX. Aguadoras y mujeres con su indumentaria típica, caballeros con capa y pajarita, Plaza Mayor con bandeja, aguaduchos y torre de Bujaco con su antiguo templete. 







domingo, 15 de agosto de 2021

"Solo inclasificable" de Efi Cubero: Música para los sentidos

Segunda lectura de "Solo inclasificable" (Siltolá Poesía, 76, La Isla de Siltolá, Sevilla 2021) de Efi Cubero. Y estoy convencido de que no será la última. Cuando un libro de poemas te hace disfrutar y aporta contenidos que contribuyen a perfeccionar tu forma de interpretar el verso, e incluso, la de construir los tuyos propios. ese libro termina convirtiéndose en referencia imprescindible. Es lo que se experimenta tras "escuchar" este solo que la escritora Efi Cubero ha compuesto desde sus pentagramas y demás rudimentos verbales. Blandiendo con destreza la "condición del extraño" que asigna al sujeto poético, compone a base de poemas en su mayoría breves, con predominio de los versos endecasílabo y heptasílabo, en ocasiones intercalados en la misma composición, pero no sin excepciones, su particular obra para ser interpretada a la medida de las diferentes cadencias en que se divide. Así, tras ensamblar sus notas para formar los acordes que darán cuerpo a la partitura (en música, un acorde consiste en un conjunto de tres o más notas que forman unidad armónica), sus poemas irán reproduciéndola según el tempo en cada caso elegido (andante, alegro, adagio...) Pero Efi Cubero parte de una visión introspectiva del mundo desde la que se formula preguntas de dimensión trascendental en su enfrentamiento con la intemperie, allí donde el silencio se hace confidente de la nada y uno siente el peso del alma, preguntas que solo puede responder el poeta con las claves de la soledad. La autora indaga en sus itinerarios más íntimos, aquellos que la transportan a su infancia, a  los lugares de esta, que revelan la autenticidad de una luz que se convierte en faro, en icono último. Los poemas de "Contrapunto" encierran así una búsqueda, la del sentido de un tiempo confuso, la de sí misma en la encrucijada que ese tiempo construye con sus incertezas. En su "Allegro"es perceptible ese retorno a elementos referenciales propios, siempre desde la contemplación de la naturaleza, cuya presencia se hace tangible universo desde el que se erige el oficio del poeta en su soliloquio: "el poeta es un incordiador en un mundo de solos", territorio que es campo semántico con el que fundirse para permanecer, como "tronco retorcido que escribe sobre el aire". La batuta de la poeta ordena de seguido cambiar nuevamente de tempo. El poemario inaugura con el haiku "Incertidumbre" su cuarta parte, "Andante", donde asistimos a una intensificación del tono existencial ya intuido en anteriores apartados. El tiempo es aquí un animal equívoco, un sendero de destino incierto. En él la autora "traza su propia línea", sola, espectadora de los fotogramas que componen el curso de las horas. En su discurso convoca el recorrido de los pasos, la reminiscencia de lugares, aromas, nombres y luces que se confunden en la singladura de la memoria, que reviven en la arquitectura del poema. Mas el camino es el de la propia vida y obliga a mantener la cautela, seguir el impulso de la proa que se adentra en lo oculto del mar. El conflicto vital encuentra su símil en el magnífico poema "Ajedrez", que encierra la contraposición de fuerzas que se enfrentan sobre el tablero: "el jaque mate lo dará la muerte". La partitura concluye con un "Adagio" en compases de tres por cuatro, título del intenso poema que da inicio a esta última parte del libro y en el que la autora despliega un esquema métrico que da preferencia al verso alejandrino para expresar de modo transparente sus sentimientos y el dolor de la pérdida, referente temático que está presente también en los siguientes poemas, de tinte elegíaco donde la reflexión sobre el equilibrio y la fragilidad, lo inexorable de lo perecedero, son sus principales constantes. La autora concibe su cotidianidad desde el prisma de la ausencia, de la herida que, en su línea de flotación, le ha supuesto la desaparición de su compañero y parte de su ser en un pacto quebrado por la intransigencia de la muerte. Sobreviven solo en este ámbito, a lo largo de estas notas suaves de adagio y reposo, la contemplación de los recuerdos congelados, la espera de un reencuentro en las cartografías de otra existencia: "soñando que otro plano nos reúna". Atirantan el vello los versos de estos últimos poemas del libro, transmiten ese frío que el silencio y la soledad inoculan bajo la piel, pero también entre las palabras, que regresan una y otra vez al lugar común de las preguntas sin respuesta, del presente hecho vacío que duele y parpadea.  

Enhorabuena Efi, por tan magnífico poemario.