sábado, 27 de octubre de 2018

Amistades literarias. Más allá de las páginas

La lógica impone que lo mejor de la literatura son los libros, sus lecturas y el placer que de todo ello uno obtiene. Efectivamente, es así, pero la cosa no se queda entre páginas, renglones y versos. Tengo la satisfacción de tener buenos amigos escritores, y de cuando en cuando, compartir con ellos instantes que luego se tornan inolvidables. Porque las presentaciones, los recitales, no siempre acaban al dar carpetazo al libro o libros protagonistas del evento de que se trate. Los momentos compartidos después, la conversación, el anecdotario, a menudo descarado y ocurrente de los creadores, la sobremesa de cafés y vasos largos, abonan un territorio proclive a forjar amistades y vínculos que luego saben perdurar, aunque por medio se levante el muro de la distancia o la crueldad del calendario. Cuando la vanidad queda a un lado y prevalece lo espontáneo, la vocación de hacer permeable la propia obra, la generosidad de la palabra, entonces habrá merecido la pena. Lo demás viene ya por añadidura. Agrada abrir el buzón y encontrar un sobre con el libro recién publicado de un amigo, asistir a homenajes, presentación de novedades, actualizar el abrazo  que con generosidad brindas a quienes, con unos kilómetros a la espalda, no escatiman desvelos para acercarse hasta tu ciudad, con la sola excusa de la poesía. A unos y otros dedico hoy esta entrada, esperando que el tiempo nos sea favorable y su ovillo no se deshilache demasiado antes de volver a encontrarnos.  Gracias. 


Amistades literarias que se hacen papel. 
Frutos que me llegaron esta semana:
Antología poética de Javier Sánchez Menéndez; El embrujo aprisionado (Monfragüe íntimo), de Vicente Rodríguez; El último gin-tonic, de Rafael Soler; Sutiles territorios de memoria, de Manuel Cortijo Cieza y la "Gazetilla" de la Unión de Bibliófilos Extremeños, con motivo del homenaje que rindió el pasado jueves al profesor y escritor José Luis Bernal Salgado. Amigos todos, sus libros, sus trabajos, su cercanía. Amistad más allá de las páginas. 

domingo, 21 de octubre de 2018

Sábado de letras y encuentros en el Congreso de la AEEX

A estas horas, ya habrá finalizado el XII Congreso de la Asociación de Escritores Extremeños, en la acogedora y literaria ciudad de Villanueva de la Serena. Después de la jornada de ayer, en que uno tuvo el privilegio de compartir todo el día con multitud de amigos y amigas, pertenecientes al gremio de la escritura, algunos, con largo tiempo en medio sin saludarles, imagino que, tras la noche pasada por agua del sábado, la mañana del domingo habrá vuelto a ser escenario de encuentros e ideas, completando un evento que sin duda recordaremos por su excelente organización y acertada selección de contenidos y participantes, que ha servido para aportar interesantes pautas para el debate acerca de cuestiones candentes y necesitadas de reflexión en esta época de grandes cambios que nos ha tocado vivir. 



Late, y con fuerza, el tejido literario en Extremadura, después de treinta y cinco años desde la creación de esta Asociación que pretende integrar a quienes nos dedicamos, con mayor o menor fortuna, pero siempre con entregada vocación y entusiasmo, al mundo de las letras, de la creación en cualquiera de sus modalidades, que no son pocas. Ya decía que estamos viviendo un tiempo de transformaciones, donde la incertidumbre se ha instalado en nuestra cotidianidad. Se habló de ello en los debates, insistiendo en ese contexto de emergencia que viene contagiando la actividad de creadores y creadoras, cuyas voces, cuya carga de denuncia y reivindicación cada día está más presente, emergencia que lo es también en cuanto surgimiento de nuevas propuestas, de nuevos nombres. Escritores y escritoras preocupados y comprometidos con la realidad que les rodea, con los referentes que a diario van marcando los acontecimientos y la forma de comportarse de los seres humanos. Bastó escuchar las palabras de Marta Sanz para comprender cuál es el sentido de esas emergencias, para percibir la llamada de atención de ese mundo que está ahí fuera y respecto del que no será posible mostrarse indiferente.  


Marta Sanz y su ponencia "Nuevos lenguajes del feminismo"

Se habló de "Poesía para el final de estos tiempos", desde el enfoque de tres poetas bien distintos como Ada Salas, Carmen Hernández Zurbano y Ben Clark, en un debate moderado con rigor por Luis Sáez Delgado. La poesía como conocimiento, los peligros del mercado, el riesgo de la banalización del verso ante la voracidad de las redes.  No menos interesante el diálogo entre Gonzalo Hidalgo Bayal y Manuel Vilas, conducido por el Presidente de la AEEX, Juan Ramón Santos, con la llamada "narrativa autorreferencial" como telón de fondo. Visiones distintas para entender la posición del sujeto narrativo, desde la óptica puramente ficcional a la concepción autobiográfica de la novela, con Ordesa, la última obra del escritor aragonés, como punto de referencia.  


Debate sobre poesía, con Luis Sáez, Ada Salas, 
Carmen Hernández y Ben Clark


"Testimonios sin sujeto", conversación entre Juan Ramón Santos, Gonzalo Hidalgo y Manuel Vilas

No pasaré por alto las comunicaciones ofrecidas, todas con mucho que aportar y que será bien grato leer en su integridad cuando se publiquen las actas del Congreso. Sí decir que quizá se echara de menos alguna referencia a otros tipos de literatura igualmente necesarios y que cuentan en Extremadura con excelentes representantes. Así, la literatura infantil y juvenil, pues no puede el escritor dejar de cuidar y mimar a quienes en el futuro habrán de ser los destinatarios de sus textos. La educación en la lectura pasa por abonar todos los terrenos, sentar las bases para  hacer atractivo el libro y sus historias. 

Pero la jornada del sábado fue, ante todo, un escenario de encuentros, ya lo decía al principio de esta pequeña crónica. Desde que pasó por el Aula de la Palabra de la Asociación Cultural Norbanova, no había vuelto a coincidir con Manuel Vilas. Miento, pude estrecharle la mano en la Feria del Libro de Madrid, cuando firmaba en una de sus casetas, pero nos limitamos a saludarnos. Me gustó hablar con él ayer, ofrecerle mi bolígrafo para que me firmara su estupenda novela, Ordesa, que está siendo un verdadero éxito, merecido sin duda. Le gustó mi Faber Castell, y a cuento de ello, departimos unos instantes sobre plumas, tinteros e instrumentos de escritura. Un escritor como él debe saber mucho de todo esto, de las horas entregado a dejarse la tinta entre los folios, en las interminables colas de lectores que demandan su autógrafo. Siempre me ha gustado la espontaneidad y el buen rollo de Vilas, la sinceridad que derrocha en sus páginas. Espero que pronto volvamos a coincidir, cuando haya acabado de leer Ordesa.


Pero hubo más encuentros en el estrecho marco de las pocas horas que pasamos en Villanueva de la Serena. De Vicente Rodríguez y Víctor M. Jiménez Andrada, amigos de la Asociación "Letras Cascabeleras", de Cáceres, poco tengo que decir sino que son infatigables, dos auténticos todoterreno. Editorial y escritores que van juntos, que apuran con verdadera fruición cada momento y cada oportunidad para vivir su pasión por la escritura, derrochando como siempre amistad a raudales. Amistad también, siquiera más gozosa por menos frecuentada, la de gente buena como José M. Díez, Ada Salas, Emilia Oliva, Caridad Jiménez, Elías Moro..., sin olvidar a los sufridos organizadores materiales del evento, a quienes hay que otorgar un sobresaliente alto (créditos pues para Antonio y Javier Reseco, Juan R. Santos, Hilario Jiménez, Luis Sáez, y todos los/las demás de la Junta Directiva)


Emocionante fue volver a encontrarme con quien sin duda fue uno de mis mentores en este proceloso océano de la literatura, Ángel Sánchez Pascual, que acudía con su mujer, Miriam, al homenaje, del todo merecido, que la Asociación rendía a sus antiguos presidentes. Hacía más de treinta años, y se dice pronto, que no había vuelto a verles. Uno se sorprende, y se alegra, cuando después de tanto tiempo, le reconocen enseguida. Todavía recuerdo aquella tarde de febrero de 1983, cuando siendo Ángel director de la Institución Cultural "El Brocense", de Cáceres, me acerqué a su despacho y le entregué aquel poemario de juventud que fue mi primer libro publicado. Me correspondió entonces con su obra "La altura de lo sátiro", y después, con el regalo de una amistad que perduró hasta que se marchó de Cáceres. No puedo olvidar que como presidente de la AEEX presentaría mi libro "Autoconfesiones", en 1988, y que junto a él participé en la legendaria Aula de la I.C. "El Brocense", por la que ya habían pasado tantos jóvenes entonces, que hoy son reconocidos autores del panorama literario nacional. 


Homenaje a los Presidentes de la AEEX durante sus 35 años de existencia

Para terminar, mi gratitud a quienes me acompañaron hasta Villanueva y luego compartieron la turbulenta travesía del diluvio de vuelta a Cáceres, bajo una incesante cortina de agua que hacía prácticamente indistinguible el sendero de regreso. Gracias, Pilar López y Montaña Campón. Pero sin duda, mereció la pena. Lástima no haber podido disfrutar también de la jornada del domingo. 

sábado, 13 de octubre de 2018

Un otoño lleno de libros

El nuevo curso literario ha empezado con fuerza. En las aulas, en cualquier rincón donde haya un micrófono y alguien dispuesto a leer un texto, en las librerías, y sobre todo, en la compañía de un buen libro. Desconectado de las redes sociales, no hay mejor aliado que la escritura. Es comprensible entonces que las estanterías de mi biblioteca terminen diciendo ¡basta!, exasperadas del desorden de volúmenes y volúmenes apilados sin control. Mi paso por Madrid, a finales de septiembre, sirvió, una vez más, para que en el tren de vuelta  -a Dios gracias, que llegó sin incidencias, si exceptuamos el retraso- la maleta debiera ubicarse en los compartimentos situados a la entrada del vagón. Que había cogido unos kilos de más era evidente, los suficientes para que no fuera posible volver a colocarla sobre los asientos, como en el viaje de ida. Repleta de libros, con apenas espacio para la ropa y otros enseres, respiró aliviada cuando, ya en casa, pudo librarse de sus ataduras, desperezándose a gusto. Así, aprovechando la parsimonia del sufrido tren extremeño, desfilaron ante mis ojos los Recuerdos durmientes de Patrick Modiano, la más reciente obra del Premio Nobel francés, que como en anteriores entregas, vuelve a convertir París en un personaje más, tablero en el que situar sus piezas de ajedrez. Tras un verano de coqueteos con la filosofía, en el que la relectura de Kafka ocupó un lugar destacado, no sorprenderá haber tenido compañeros de viaje del tenor de Sartre, Camus y Houellebecq. Bien distintos, a años luz de distancia respecto de su temática y propuestas formales, me gustaron los últimos poemarios de Luis Alberto de Cuenca (Bloc de otoño) y Juan Carlos Mestre (Museo de la clase obrera), este último -confieso- aún inacabado y cuyos textos, difícilmente calificables, me sugieren reminiscencias de Saint-John Perse y su Anábasis. Entre uno y otro libro, y persistiendo en esa atmósfera proclive a la búsqueda, a la reflexión, los Aforismos del no mundo de Juan E. Cirlot, que ha publicado Renacimiento en una estupenda edición de Antonio Rivero Taravillo,  han viajado conmigo y me han hecho pensar, algo tan necesario en estos días de desarreglos hormonales, tan cercana la tentación del vacío y la caída libre. 



También en Madrid se estaba celebrando la Feria del Libro Antiguo, con sus casetas instaladas en el Paseo de Recoletos. Difícil pasar por allí sin hurgar en las cajas y los anaqueles de los libreros. Inevitable sucumbir al olor del papel envejecido, al tacto de las cubiertas arrugadas, al escalofrío de tener entre las manos la primera edición de alguna de las obras de tus autores de cabecera. No me defraudaron los hallazgos: Neruda, Gloria Fuertes, Pío Baroja, Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez...


De vuelta, el otoño literario se ha apoderado de lo cotidiano. El poeta Basilio Sánchez llena a rebosar uno de los salones más grandes de mi ciudad para presentar su nuevo libro de poemas, Esperando las noticias del agua, recientemente publicado por Pre-Textos. Solo se habló poesía, de la que no deja lugar a dudas. De ello se encargaron también Álvaro Valverde y Miguel Ángel Lama, que acompañaron al autor. Coincidía la llegada a librerías del último título del poeta placentino, El cuarto del siroco, editado por Tusquets. 


Casi al mismo tiempo, mi amigo Hilario Jiménez me brinda el regalo de su amistad a través de las páginas de sus dos últimos libros, el que ha publicado con la editorial Sial, estudiando y recopilando los poemas de Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca, y el de creación propia, en hermosísima edición de El Sastre de Apollinaire, Para que la vida ocurra. 


Precisamente con Hilario y con el hispanista italiano Gabriele Morelli disfrutábamos de una extraordinaria velada este pasado miércoles, con ocasión de la presentación, en el Aula de la Palabra de la Asociación Cultural Norbanova, del libro Poesía política de Pablo Neruda, selección y edición del profesor Morelli, que ha publicado la editorial Cátedra. Curiosamente, la antología se inicia con los poemas procedentes de su obra Tercera Residencia, uno de los libros que tuve la oportunidad de adquirir en mi visita a la feria madrileña (2ª edición, Losada, Buenos Aires, 1951). 



Ya no hay quien pare el aluvión de actos literarios que nos aguardan en las próximas semanas: presentaciones, congresos de escritores, jornadas poéticas, ferias de editoriales... Todo antes de que a primeros del año próximo sea uno el que estrene sus nuevas publicaciones, largamente ansiadas y esperadas.