sábado, 18 de febrero de 2023
Descubriendo la poesía árabe
domingo, 29 de enero de 2023
Fotografiar el tiempo...con la palabra
Con la frase "Todas las imágenes desaparecerán" comienza el libro Los años de la escritora francesa Annie Ernaux, galardonada en 2022 con el Premio Nobel de Literatura. Y es que esta obra está concebida como una sucesión de fotogramas, de flashbacks extraídos de la memoria de su autora, aunque bien podría decirse que de la memoria de la humanidad, cúmulo de experiencias e impresiones personales y también colectivas que rescatan la impronta de un tiempo ya almacenado en los cartapacios del pasado, en los titulares periodísticos o en el recuerdo de los que ya no están, para construir una suerte de diario, o mejor, de álbum en el que adherir los cromos que condensan las instantáneas de toda una vida, que a su vez lo es de muchas, porque, según Ernaux, "El tiempo de los hijos sustituía el tiempo de los muertos". Es este el libro que acaso siempre me hubiera gustado escribir. No se trata propiamente de unas "memorias" en el sentido usual del término, sino más bien de la transposición mediante la palabra de los acontecimientos que han conformado nuestra personalidad, sucesos con forma de imágenes, de voces, de sensaciones... Todo lo que pueda surgir de la contemplación de una fotografía color sepia en la que aparecen personas que acaso ni siquiera conocimos, de las que sabemos por lo que nos contaron otros, todo eso desearía salvar, como también aquellos instantes en que por primera vez sentíamos la piel de gallina en la proximidad de alguien con quien la amistad nos sabía a poco. Cada vez nos resulta más lejano. De pronto, uno escucha la canción que bailábamos esa tarde de principios de verano, se emociona al ver que todavía conserva su capacidad para recomponer unas imágenes que, aunque ahora solo se insinúan, a modo de traslúcidas siluetas, siguen estando aquí, en algún lugar indefinido del cerebro. No sería difícil escribir sobre ello. Como lo consigue Ernaux en este libro, buscar la contigüidad de las respiraciones, las manos cercanas y la saliva de los besos que durmieron el sueño de los justos. Ahora que los baby boomers habitamos en la prehistoria y las estirpes que nos han sucedido agotaron ya las letras del abecedario. En un café de provincias el escritor apura su taza mientras se recrea en la contemplación de quienes entran y salen. Esta es la esencia del tiempo, entrar, salir, servir de puente entre los rostros de ayer y la avalancha que acabará por imponerse, con sus tatoos y sus piercings. Las fotografías en papel han dejado paso a las que por cientos se suben cada día a Instagram o las que circulan por otras redes sociales. Quizá ya no pueda afirmarse categóricamente que las imágenes van a desaparecer; la red aprisiona nuestros recuerdos y los reenvía como un bucle a lo largo y ancho del globo. Mas son imágenes que están vacías si les falta el esqueleto de la palabra, la densidad de una experiencia que les sirva de cobertura. Eso es lo que hace Annie Ernaux en Los años, y lo que uno propugna desde estos renglones, también destinados al tráfago infinito de la web.
sábado, 21 de enero de 2023
Y el tiempo fue aliado del verso
En este enero de estrenos, también el reencuentro con amigos autores y sus más recientes trabajos es motivo de disfrute y escapada al universo de una literatura cuyos apuntes pergeñan un apasionante itinerario a lo largo de los próximos meses. Intensa y emotiva fue la presentación del libro En el alfabeto del tiempo, de Faustino Lobato, que inauguraba el año 2023 en el curso del Aula de la Palabra de la Asociación Cultural Norbanova, en Cáceres. Contar en este foro con un autor como Faustino y que además, su lectura se encuentre arropada por la presencia de otros muchos escritores de reconocida trayectoria y también amigos es algo que no tiene precio. Ya sabemos que este tipo de eventos no se caracterizan precisamente por ser receptores de un auditorio multitudinario, pero sí porque quienes a ellos acuden crean una atmósfera verdaderamente auténtica y cercana, en la que se respira complicidad y entrega. Es lo que tuve oportunidad de experimentar este pasado viernes, ya pasado el ecuador del mes de enero, con la poesía y la palabra de Faustino Lobato y su envolvente mensaje en torno al cronos y al kairos, con el astrolabio del tiempo como primer y último referente en un universo circular que nos atrapó de inmediato, sin apenas darnos cuenta. Es mucho el cariño y admiración que profeso hacia los escritores de la ciudad hermana, Badajoz, que me acogió en su día con todos sus sabores, con sus maternales abrazos, de la que guardo recuerdos de momentos imborrables. La suspensión del encuentro con el escritor Plácido Ramírez, el pasado día 13, al que no obstante tendremos oportunidad de escuchar más temprano que tarde, en esta misma pasarela de voces y de conocimiento que es el Aula de la Palabra, dejó paso a la la voz y al verso de otro poeta pacense, Faustino Lobato, con su impronta reflexiva que le caracteriza (no en vano, estamos por encima de todo ante un filósofo).
Buena manera esta de empezar un año, con poesía. Porque es una delicia leer y sobre todo escuchar los poemas de amigos y también compartir los de uno mismo, hacerlos salir de ese cuarto propio donde se gestan y se preparan para ser pronunciados por otros labios. Espero que sea dilatado el recorrido que aguarda a mi trabajo A medida de mis contradicciones. Poesía esencial 1985-2020, que por su reciente publicación todavía se encuentra en tránsito hacia todos aquellos potenciales lectores que deseen acercarse a lo que uno ha venido escribiendo desde hace tantos años. Satisface que autores como Santos Domínguez, al que respeto y admiro, cedan un espacio en sus perfiles (Blogs, redes sociales), para hacerse eco de este magno volumen, compendio de un trabajo paralelo a la propia vida.
http://santosdominguez.blogspot.com/2023/01/poesia-esencial-de-jesus-maria-gomez.html.
En los próximos meses, A medida de mis contradicciones buscará también su sitio entre otros públicos, en espacios que trascienden, más allá de las lindes domésticas, sus páginas se dejarán acariciar por otras manos igualmente ávidas de los olores del verso, de la desnudez de los sentimientos. Entretanto, la pluma prosigue sin descanso su oficio, continúan fluyendo las palabras, marcando el ritmo de los pasos mientras se adentran en este alfabeto de tiempo que se despliega día a día ante la cuartilla en blanco o el documento virgen que inunda la pantalla de mi computadora. Otros escritos demandan adquirir la forma de libro, serán pronto libro, se unirán a la nómina de aquellos anteriores, ahora antologados.
domingo, 8 de enero de 2023
Estrenar calendario
Decía el protagonista de En el camino de Jack Kerouac que su historia tenía el trasfondo musical del tránsito "entre el período de la Ornitología de Charlie Parker y otro período que había empezado con Miles Davis". Y aquí estoy ahora, cuando apenas el nuevo año ha consumido su primera semana, escuchando All Blues, mano a mano con Davis y John Coltrane, mientras alterno lecturas de autores vinculados a la conocida como Beat Generation. Todavía tiene uno las manos temblorosas por la inenarrable sensación de haber acogido entre los dedos el itinerario de toda una vida, hecho materia de libro. Al final, como dijera Whitman, "...el navío victorioso llega con su trofeo/ ¡Exultad, oh, playas, y sonad, oh, campanas!". Mas solo es el principio, la víspera del tiempo que aguarda el fruto de la escritura, su generosa entrega a las multitudes, el préstamo sin retorno de la voz y del hálito. Siguiendo de nuevo a Whitman, lo que corresponde ahora es navegar "...sobre las olas del éxtasis hacia playas ignotas". El recorrido que queda por delante, los meses de este estrenado planisferio, invitan desde la lectura a flirtear con el verso carente de eufemismos de aquellos poetas beat, a compartir la longevidad intrínseca de las palabras, el virtuosismo de Ellington, dejando que las ideas vuelvan a encaramarse sobre el scriptorium para dar forma a este tiempo que ha abierto sus brazos y se se deja querer con renovados mimbres. En el camino hacia el Oeste, uno se cruzará con mil figurantes, deberá administrar con mesura los recursos y las horas de luz, estar preparado para recibir su caricia, pero también para comprender los desatinos que depare la resbaladiza autopista de los días. Me acompaña hoy la sección norteamericana de mi biblioteca. Además de Whitman o Ginsberg, me dejo atrapar por los poemas narrativos de Carver, pequeños microrrelatos en verso que abordan certeras perspectivas de lo cotidiano, que provocan cosquilleos y desazón en el estómago. Dice el poeta: "Tomé aire y allá fui./ Rezando para no tropezar con nada". Así habrá de conducirse esta travesía de la edad, ojo avizor en un cosmos cada vez más quebrantado por el pérfido silbido de los proyectiles y los bandazos del cambio climático. El secreto reside en no abandonar el barco, mantener firme y erguida la columna vertebral de la cordura, amaestrar el germen de la tolerancia. Permanecer siempre joven, como diría Bob Dylan: "Que el tiempo te haga justo / Que el tiempo te haga leal / Que tus cimientos sean fuertes / Cuando soplen nuevos vientos". Como Rimbaud, huyendo de sí mismo en pos de la inmortalidad, siguiendo el rastro de antiguos poemas abandonados entre las grietas de la madrugada. Bienvenido sea pues este flamante almanaque con sus meses todavía callados y ávidos de sorpresas: "nos sentaremos tras sombras olvidadas / oyendo el jazz perdido de todos los sábados" (Allen Ginsberg).
sábado, 17 de diciembre de 2022
Crónica de la inolvidable presentación de "A medida de mis contradicciones. Poesía esencial 1985-2020"
"Dar cuenta de un recorrido como el de Jesús María Gómez obligaría a una glosa tan pormenorizada que nos llevaría desde la noche a las claras del día, intentaré por tanto señalar algún destello o comentar fulgores ciertos, sólo así puede ser ante una obra importante que condensa buena parte de una vida ya que felizmente el autor sigue creando como sabemos y constatamos, y eso que en esta antología no se halla, ni el espléndido libro último, "Las erratas de la existencia", publicado también por Sial Pigmalión, ni por supuesto parte del que pronto dará noticias. Por lo tanto sólo esbozamos aquí unas leves notas de aproximación, esperando que la abreviatura que toda aproximación supone, sirva de llave de paso al gusto de los lectores por la obra de un creador con la reflexiva hondura, con el empuje claro y con la solvencia e inspiración de un poeta como Jesús María Gómez. Desde sus primeros libros, que tenía a bien mandarme a mi ciudad de Barcelona, ciudad donde he vivido prácticamente la vida entera, leí y seguí con detenimiento y gran interés al poeta que hoy glosamos, y confieso que ese poder de imantación que su palabra contiene me convenció especialmente. Una palabra dotada de magnetismo hacia todo lo que debe ser nombrado y que desde su génesis personal, redescubre los fondos del origen e, igualmente, esa simetría de sentir que se pertenece a un pasado, que no es otra cosa que presente ya que se escribe desde el ahora, desde una realidad, la propia, que envuelve, anuda, se desprende y seduce, y en el que una simple intuición se convierte, por un extraño milagro, en la expresión definitiva de una obra consciente, fecunda y entera. [...] Con la poesía de este autor es indudable que estamos en Poesía. Es decir, estamos palpando la autenticidad de algo tangible e intangible, lleno del barro de una realidad cuestionada por ese interrogante que nos desvela. El autor es consciente de que atrapa tan sólo el sueño del instante que esa misma realidad le proporciona ya que la poesía impone ese deber de lidiar con lo real – que es otra forma de irrealidad - y registrar su impacto; contestar reactivos a sus inercias o sinergias. Aparte del honor de la escasa rentabilidad que tiene nuestro mundo de extrañezas, es cierto que se nos va la vida en ella. La Poesía de Jesús María Gómez es puente a la vez que asedio insomne al mundo, reitera el otro lado de las cosas o personas, se encuentra en el filo de la inteligencia que hiere, la opacidad que ignoramos o tememos de nosotros mismos. En su transcurso, los poemas de sus libros nos revelan hasta qué punto escapan muchos instantes que merecerían ser retenidos, y cómo de golpe, se produce una iluminación irreductible de obligado registro. Él se halla en su obra porque a través de ella se da de bruces con su interior, con su propio pensamiento. Es ésta una poética de contrastes, de imagen y reflexión que deviene en un tenso y entrelazado proceso que tiende a priorizar la complejidad irreductible desde la propia huella, que es la marca indeleble del poema. Las cadenas de múltiples silencios dan de sí para muchos eslabones, son eslabones los de este libro libre, que saben engarzarse desde su exploración interior, ejemplo cabal de la poesía contemporánea desde la tensión creada entre la calma y el desasosiego, relación e irreciprocidad. El arco autorial que no evita el recuerdo, las mil y una preguntas que aclaran y oscurecen la clave del lenguaje. Una poesía que siempre apunta hacia la libertad que avanza de uno a otro libro, donde la tensión es articulada con preguntas, sin respuestas posibles, como todo en la existencia, desenmascarando así la homologación de un orden o sistema establecido".
En este contexto, y con tal pórtico, al que hay que añadir igualmente las palabras del editor y también poeta, Basilio Rodríguez Cañada, resultaba todavía más difícil pergeñar una puesta en escena que aspirase a ser creíble y que pudiera mantener el nivel ya alcanzado por tan ilustres escuderos. Cualquier selección a la hora de la lectura de los poemas se antojaba ardua tarea, y como no pocas veces en parecidos escenarios, uno optó por echar mano de la banda sonora que desde el primero al último de los versos impregna el contenido de estos, recurriendo a aquellas melodías que en su momento contribuyeron a su forjado o revoloteaban haciendo círculos en torno a la pluma. Se había elaborado previamente una playlist en la que figuraban todos esos temas musicales, algunos de los cuales se emplearon para incrementar la densidad del tono poético, lo cual, según posteriormente me manifestaron muchos de los asistentes, había resultado muy del agrado del público. Finalizado el recital propiamente dicho, se sucedió el rosario de firmas e instantáneas fotográficas tan habituales en este tipo de actos en los que se celebra la palabra y la compañía del autor que muestra jubiloso su nueva criatura impresa. Ya solo queda dar las gracias y confiar en que la travesía que se inicia goce de un viento favorable.
jueves, 8 de diciembre de 2022
Micro-crónicas para este ocho de diciembre
domingo, 6 de noviembre de 2022
Hojas de la memoria: Reseña histórica y material gráfico en torno a la Ermita de San Benito, aprovechando la visita con motivo de las Jornadas Góticas
El libro Historia del culto y del santuario de Nuestra Señora de la Montaña, de Miguel Ángel Orti Belmonte comienza diciendo: "Aledaño rodeaba a Cáceres un cinturón de ermitas...", para luego efectuar una breve referencia a algunas de ellas, como pórtico del relato que se disponía a efectuar acerca de cómo fue erigido el templo de la que luego llegaría a ser Patrona de la ciudad de Cáceres. Dentro de ese rosario de edificaciones religiosas, la mayor parte de pequeña factura, mencionaba las de Santa Lucía y San Benito, sin más detalle respecto de esta última que dicho santo "también tuvo culto en la Plaza Mayor, en el sitio donde más tarde se levantó la ermita de la Virgen de la Paz en el siglo XVIII". Situaba aquel santuario a San Benito más allá del radio de población, no muy lejos de donde también se hallaba la ermita de Santa Eulalia (Santa Olalla), en el denominado "Pago Ponciano". A falta de más datos, tenemos que retroceder hasta los últimos años del siglo XVIII (1794, según la nota que aparece en la portada del manuscrito), para conocer más información sobre San Benito, en este caso, de la mano del presbítero Simón Benito Boxoyo, en su trabajo Noticias históricas de la muy noble y leal villa de Cáceres, provincia de Extremadura. Monumentos de la antigüedad que conserva. Realiza Boxoyo un amplio recorrido por las ermitas de Cáceres y de sus alrededores, indicando sobre la que ahora nos ocupa que "San Benito fue monasterio" y que se encontraba en un collado, que llaman sierra de San Benito, que "no hace muchos años era un espeso monte de arbolado alto con abundancia de caza mayor". Del templo dice que es una "capaz iglesia", de tres naves y que "denota mucha antigüedad", reedificada y con buenas hospederías. Llama la atención sobre la devoción que se profesaba hacia la imagen del santo, de la que dice ser "la misma que, antes de la venida de los sarracenos a España, se veneraba en un monasterio que en este mismo sitio habitaron monjes benedictinos". Existe debate sobre el origen de la ermita y su carácter de cenobio, aunque en este sentido parecen inclinarse los diferentes estudiosos que han tratado el tema. La referencia de Boxoyo a un monasterio anterior a la invasión árabe vendría a apoyar la tesis de que sus orígenes se remontan a la época visigoda y al siglo VII, lo que parece suscribir también Alonso Corrales Gaitán en su obra Ermitas cacerenses, e igualmente José Antonio Ramos Rubio y Óscar de San Macario, que en su estudio sobre las Ermitas y oratorios de la tierra de Cáceres, señalan en esa centuria el origen del templo, de cuya extraordinaria antigüedad también se hace eco Publio Hurtado en Ayuntamiento y familias cacerenses, cuando indica que esta ermita es "una de las más antiguas de la comarca", y que tiene portales y dependencias, de los que dice que pudieran ser "restos probablemente de un monasterio antiquísimo". Ya en los tiempos de este autor la edificación se encontraría en estado ruinoso, y de ella también se comenta que sirvió como lazareto en época de epidemias. Como dato especialmente relevante y curioso, Publio Hurtado indica: "ya ha desaparecido, pero antes, había colgada junto al altar una tabla en que, bajo fe de escribano, se hacía específica mención de diez y seis milagros por virtud de los cuales, alcanzaron su salud otros tantos enfermos desahuciados, y entre ellos, cuatro endemoniados". A esta misma tabla se refiere José Luis Hinojal en su libro Magia y superstición en la vieja villa de Cáceres, recordando lo indicado por un fraile benedictino Fray Diego de Mecolaeta, que en uno de sus viajes habría tomado nota de su contenido, ubicándose cronológicamente la relación de milagros entre los años 1530 a 1533. Coincide ello con lo que apunta Publio Hurtado, esto es, que la mayor parte de "estos sobrenaturales acontecimientos" habrían acaecido en el siglo XVI, que habría sido el de mayor esplendor de la ermita. Muy amplio es el estudio de José Antonio Ramos y Óscar San Macario, al que antes me he referido, quienes tras consultar abundante documentación, se ocupan de los distintos elementos del templo, entre los que destacan sus pinturas murales al fresco, bastante deterioradas, que datan de finales del siglo XVI. Igualmente, hacen referencia a que, como apuntaba también Alonso Corrales, la imagen de San Benito que presidía el altar mayor, se remontaría a esa misma centuria, correspondiéndose con la que se conserva en la Parroquia de San Eugenio de Aldea Moret. De la imagen originaria, llamada "San Benito el Viejo", se dice que "se encontraba llena de carcoma y xilófagos, optaron por quemarla y enterrar las cenizas en un lugar sin señalizar". Afortunadamente, la ermita pudo ser restaurada en virtud de un programa dirigido por la Universidad Popular de Cáceres, entre los años 2007 y 2010, volviendo a abrirse al culto como templo adscrito a la parroquia de San Eugenio. Antes, en 1988, el periodista José María Parra Talavero publicaba un pequeño librito dedicado a la ermita de San Benito en el que, tras relatar los antecedentes históricos y artísticos del edificio, denunciaba su ruina y la urgente necesidad de su rehabilitación, incluyendo también algunas anécdotas interesantes como la que se refiere a la existencia de un cáliz de plata, realizado por el platero cacereño Juan de Pedraza, que habría sido entregado a la ermita por Álvaro de Paredes, hijo del Licenciado Espadero, en 1584 y que luego pasaría por diversas vicisitudes, encontrándose hoy desaparecido tras el robo de que fue objeto.
Con ocasión de las VII Jornadas Góticas de Cáceres, hemos visitado la ermita y sus alrededores en actividad coordinada por el escritor Alberto Navalón, que sitúa en sus dependencias uno de los capítulos de su novela El muladar de los muertos, que próximamente será publicada por la Editorial Norbanova. Se ha documentado el autor recopilando datos de las múltiples publicaciones que se refieren a la historia del templo y de sus avatares, entre los que se incluyen los ya mencionados presuntos milagros y episodios sobrenaturales, recogidos en los escritos de Alonso Corrales o José Luis Hinojal, procedentes de los hechos extraordinarios que aparecían relatados en la aludida tabla hoy perdida. En el curso de esta visita durante la mañana del domingo 6 de noviembre, hemos podido también contemplar el estado interior de la iglesia, sus pinturas murales, la bóveda sobre el altar mayor, así como la reliquia del santo y las antiguas esquilas, que han sido mostradas por el párroco como testimonio de la tradición y de la devoción que desde antiguo se ha profesado hacia aquel.
BIBLIOGRAFÍA Y EDICIONES CONSULTADAS:
- Corrales Gaitán, Alonso: Ermitas cacerenses. Cámara de Comercio e Industria de Cáceres. Cáceres, 1998.
- Ramos Rubio, José Antonio y San Macario Sánchez, Óscar: Ermitas y oratorios de la tierra de Cáceres. Estudio histórico-artístico. Asamblea de Extremadura. 2013.
- Orti Belmonte, Miguel Ángel: Historia del Culto y del Santuario de Nuestra Sra. de la Montaña. Diputación Provincial de Cáceres. Servicios Culturales. Cáceres, 1949.
- Hinojal Santos, José Luis: Magia y superstición en la vieja villa de Cáceres. Tau Editores. Cáceres, 2018.
-Benito Boxoyo, Simón: Historia de Cáceres y su patrona. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de FET y de las JONS. Cáceres, 1952.
- Hurtado, Publio: Ayuntamiento y familias cacerenses. Cáceres, 1915.
- Rubio Rojas, Antonio: Cáceres, ciudad histórico-artística. Editorial Guadiloba. Cáceres, 1992.
- Parra Talavero, José María: Ermita de San Benito. Antecedentes Histórico-Artísticos. Editorial Guadiloba. Cáceres, 1988.