domingo, 12 de noviembre de 2023
En un Badajoz...de poesía. Presentación en Tertulia página 72 de "A medida de mis contradicciones. Poesía esencial 1985-2020"
miércoles, 1 de noviembre de 2023
Nos vemos en Badajoz. Presentación en Tertulia de Escritores "Página 72"
El próximo lunes, 6 de noviembre, a las 20:00 horas, y gracias a la invitación de la Tertulia de Escritores Página 72, tendré la satisfacción de presentar en Badajoz, ciudad muy querida, el libro "A medida de mis contradicciones. Poesía esencial 1985-2020" (Grupo Editorial Sial Pigmalión, 2022), en la sede de la Fundación Caja Badajoz, en calle Montesinos núm. 22. Será un verdadero placer compartir de nuevo mis versos con todos los amigos pacenses, y al día siguiente, 7 de noviembre, con los alumnos del IES Castelar, de la misma ciudad. Espero estar a la altura de cuantos grandísimos escritores y escritoras han pasado antes que yo por esta reconocida tertulia. Mi agradecimiento a Faustino Lobato, Placido Ramírez Carrillo y demás componentes del grupo. Os espero.
sábado, 23 de septiembre de 2023
Otoño y versos en Madrid
sábado, 9 de septiembre de 2023
Próxima exposición "Teatros, cines y espectáculos públicos en Cáceres, 1900-1970"
domingo, 13 de agosto de 2023
Diecisiete años ya...y la vida siguió su camino. Siempre en el recuerdo.
"Sólo aguardar el natural vencimiento de las cosas". Este verso, de mi poemario El último viaje (Norbanova, 2007), resume a la perfección el funcionamiento de los engranajes del tiempo, la mecánica de los fotogramas que componen nuestro tránsito a lo largo de las estaciones de este universo tangible que constituye nuestra realidad. Cuesta ser consciente de que la rueda gira, de que la madeja va soltando el hilo y adelgaza, que los recuerdos son sólo sedimentos que reposan bajo innúmeras capas de material de acarreo. Son ya diecisiete los amaneceres de agosto con la garganta seca, con la saliva enquistada en las encías, con el aire agrietado por la perversa irrupción del silencio. Pero el tiempo poco importa. La tierra sigue ahí, expuesta al agobiante estertor del verano, deshabitada de ti. Lo que vino después nos ha enseñado a vivir por nosotros mismos, a levantar el vuelo sobre los candentes tejados, conscientes de que no hay retorno, de que las horas consumidas se desangraron como las páginas de un libro leído a bordo de la madrugada. Nos pertenece ahora el don de la vida que aquel agosto se te escapó de entre los dedos, como la sustancia espesa de la luz, fluye entre nosotros para dar testimonio del continuo de los astros, de la sangre que tomó el relevo de tus párpados yertos desde aquella mañana tatuada por siempre con tu nombre. "Desconchadas las sílabas preguntan a Dios". Clamaba el poeta por encontrar respuestas, por descifrar las claves de este acertijo que componen nuestros pasos sobre la arcilla húmeda. A merced del reloj, "uno es cautivo en su sueño de tiza / pasajero de un mandala infinito / entregado al albedrío del viento".
domingo, 6 de agosto de 2023
Barbie vs. American Graffiti...¡Cómo hemos cambiado!
Que en los últimos sesenta años, casi los que uno tiene, la sociedad ha cambiado de forma que apenas si es reconocible en muchos aspectos, es algo ciertamente incuestionable. Pero es que el cine, la música, el arte, el vestido y hasta la geopolítica se encargan constantemente de recordárnoslo. El progreso y la evolución de la humanidad han sido en el último siglo más intensos y demoledores que todo el decurso histórico anterior. Una mayor conciencia de la propia identidad y la imparable tecnificación de la vida cotidiana han hecho que la forma de pensar del humano de esta segunda década del siglo XXI no tenga nada que ver con la de nuestros padres o abuelos. Valores, preferencias y referentes se ven volteados por el efecto de los nuevos iconos, de los gadgets que han terminado haciéndose imprescindibles en el día a día hasta llegar a condicionar nuestro comportamiento en no poca medida.
He tenido esta semana la oportunidad de comprobar, a través de la magia de la gran pantalla, ese tsunami transformador que, desde la década de 1960 hasta el presente, nos ha convertido en lo que ahora somos. En este verano de 2023, si hay un fenómeno que merced a un contundente marketing está arrasando en medio mundo es el que ha supuesto la promoción y estreno de la película Barbie, dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling. Confieso que finalmente, también he ido a verla. Me he encontrado una sala de cine completamente repleta de público, y eso que casi han transcurrido dos semanas después de la première. Otras cintas que pretendían atraer la atención de los espectadores, como la nueva y esperada aventura de Indiana Jones, con un Harrison Ford ya octogenario, no han terminado consiguiendo el objetivo propuesto. Sí lo han logrado las desquiciantes fantasías y la guerra de sexos de Barbie, precisamente porque en su argumento se ve reflejada la forma de ser y entender la realidad de ese ciudadano del siglo XXI al que venimos refiriéndonos. Su mentalidad conecta perfectamente con las antinomias que plantea la película, más allá de la infantil arquitectura que diferencia el mundo rosa de las muñecas y el real, ambientado en la California contemporánea. Sobre ella se asienta el contraste que conduce al clímax de la historia, que no es otro que el eterno conflicto entre sexos y cómo la forma de ver las cosas desde una u otra perspectiva terminarán colisionando. La película recurre a la exageración como técnica para sorprender al espectador, aunque su filosofía resulta más que transparente y actual. Si la muñeca Barbie, creada a finales de los cincuenta del pasado siglo por Ruth Handler y comercializada por Mattel se convirtió enseguida en un símbolo de la nueva generación, fiel a las palabras de su creadora: "al crear a Barbie, mi filosofía fue que, a través de la muñeca, las niñas pudieran llegar a ser todo lo que quisieran. Barbie siempre ha representado a una mujer que elige por sí misma" (1), esta Barbie del cine es fiel a tal inspiración pero incorpora las tendencias más actuales acerca del empoderamiento de la mujer como antídoto frente al patriarcado imperante (el consejo de administración de Mattel está formado solamente por hombres trajeados), que en la cinta desquicia y arrastra a un ingenuo Ken que quiere trasladar a un mundo que es genuinamente femenino lo que ha visto en su viaje al mundo real. No pretendo hacer spoilers, pero ahí se encuentra el germen del conflicto, en el que los personajes humanos tendrán mucho que decir. Todo ello, aderezado con una magnífica banda sonora en la que destacan los temas de Dua Lipa o Billie Eilish, que otorgan aún más, si cabe, contemporaneidad al resultado junto al efectismo, sin duda certero, del colorido y la puesta en escena.
El abismo que separa las historias y los personajes entre estas dos películas, Barbie y American Graffiti, no es, como decíamos, sino la traducción de cómo el tiempo y la inyección de nuevos valores han acabado por transformar nuestra mentalidad. ¿Somos ahora mejores?, ¿Cómo nos veremos en el futuro? Son preguntas cuyas respuestas dependen enteramente de nosotros, de lo que hemos aprendido durante todos estos años y lo que aún nos resta por aprender.
- (1) «Tú Puedes Ser Lo Que Quieras | Barbie». www.barbie.com. Consultado el 18 de abril de 2022.
domingo, 23 de julio de 2023
Londres en julio: Exposiciones y gentes
Después del Brexit, Londres sigue conservando ese carácter cosmopolita y multicultural que siempre ha caracterizado a la capital del Reino Unido. Tras siete años sin pisar sus calles, nos devuelven un abanico de rostros, de razas, de indumentarias, de distintas formas de interpretar el complejo alfabeto de la vida. Es perceptible esta convivencia de sintonías y de caracteres humanos en el inabarcable laberinto que dibujan los pasillos y las atestadas galerías de Camden, con su food market rebosante de aromas y su oleada de ofertas vintage. Al adentrarse entre el tumulto, uno se siente partícipe de esa libertad que alimenta la mixtura, en un crisol donde se amalgaman nativos, curiosos, turistas, etc. Pero este año el reclamo de Londres -al menos para quien esto escribe- eran las exposiciones que ofrecían la Tate Britain y la National Portrait Gallery. Ambas muy vinculadas a actividades e inquietudes que vienen acompañándome desde hace tiempo. Así, aún con la gozosa resaca de la tertulia vivida en el Casino de Madrid en el mes de mayo, no podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar de una muestra como la que con el título The Rossettis se exhibe en estos días en la Tate Britain, Olimpo del prerrafaelismo, donde se encuentran algunos de sus más emblemáticos lienzos. Entre ellos, ese cuadro al que he dedicado muchos versos y que es un referente de mi forma de entender la poética, con su misticismo y carga simbólica, The lady of Shalott, de John William Waterhouse. Ingresados en la Gran Sala, la Dama no cuelga de sus muros como de costumbre. Una solitaria Ophelia se erige en testigo de su ausencia, mientras, unos metros más allá, un grupo de turistas asiste a las explicaciones que una joven guía les expone acerca del cuadro Cristo en casa de sus padres, obra también, como aquélla, de John Everett Millais. El lienzo de Waterhouse ha salido temporalmente de la Tate y no volverá hasta septiembre, me aclara una de las cuidadoras del museo. Me parece entenderle que está en préstamo en una galería de París, aunque no me fío demasiado de mi destreza en el listening.
La exposición dedicada al universo de Dante Gabriel Rossetti, su vida, sus obras y sus contemporáneos, no defrauda en ningún momento. Allí se encuentran algunos de sus cuadros más señalados e icónicos. Especial mención merece el tratamiento dado a su relación con Elizabeth Siddal, Lizzie, cuya pose para Millais emulando la trágica muerte de Ofelia puede haber marcado su impronta en la historia de este movimiento artístico, pero que no agota ni mucho menos su relevancia como personaje y artista, autora de una cada vez más valorada obra pictórica y sobre todo poética. Están allí algunos de sus dibujos, de sus cuadros, incluso un mechón de su pelo y otro de Rossetti, precisamente junto al impactante Beata Beatrix, donde el artista consuma su obsesión por las figuras de Dante y de su amada Beatriz, convirtiendo a la ya fallecida Lizzie en un símbolo del tránsito entre la vida y la muerte, habitante de un espacio donde la inspiración sobrevive a la temporalidad de la materia. Las obras y la leyenda de estos hombres y mujeres, que vivieron durante el gobierno de la reina Victoria, se encuentran representadas a lo largo de esta exposición, imprescindible para los amantes de esta época y de su arte, de sus imágenes y de su literatura.
Sin abandonar el Reino Unido y dando un salto de casi cien años, un viaje a Londres en estos días permite visitar otra muestra igualmente única, la que exhibe la National Portrait Gallery, donde se recoge una selección de las fotografías realizadas por el músico Paul McCartney, componente del mítico cuarteto The Beatles, y que con el título genérico de Eyes of the Storm plasman el día a día del grupo en aquellos años previos al estallido de la "beatlemanía", desde su punto de arranque en Liverpool hasta su primer viaje a América, en 1964, sus conciertos, la participación de los Beatles en el show de Ed Sullivan, el relax de los músicos en Miami, la incontenible avalancha de los fans... Dicen que el propio McCartney, de ochenta y tres años, visita de vez en cuando la exposición, que algunos visitantes han podido coincidir con él. No tuve esa suerte. Me hubiera gustado que me firmase el catálogo y me habría hecho un selfie junto al mítico ex Beatle. En fin, caprichos de uno.
Pero este recorrido por la capital inglesa no se ha limitado a la visita de exposiciones y de museos. Prescindiendo de los tópicos y habituales atracciones multitudinarias que congregan a innúmeros turistas armados de cámaras de fotos y a la búsqueda de ñoñas poses (véase las desquiciantes instantáneas en el paso de cebra de Abbey Road), es un placer callejear por el Soho o Covent Garden, atravesar parques que encierran rincones exóticos, como el Kyoto Garden, con sus garzas y pavos reales, o transitar por otros espacios abiertos donde, una vez más, la vida y el implacable discurso del tiempo consiguieron acallar los susurros de la Parca, esos que ahora solo los cuervos parecen compartir desde la atalaya de unas viejas cruces cuyos nombres hace décadas que se borraron. Cementerio de Brompton, hoy lugar de paseo y de running, calles por las que transitan varias generaciones...
Porque esta ciudad, como también las que habitamos, rebosan movimiento, vitalidad y ansia por construir su propio futuro, un futuro donde todos caben, respetuoso con la herencia cultural que atesoran los museos, la que cimenta la idiosincrasia de las gentes.