domingo, 16 de mayo de 2021

Regreso a Macondo: De vuelta a "Cien años de soledad"

Mis estudios de Grado en Lengua y Literatura Españolas me han traído de regreso al universo mágico de Gabriel García Márquez. No siempre la lectura obligada de algunos textos se convierte en una experiencia tan gratificante como la de sumergirse de nuevo en la cosmología de Macondo y el progresivo descubrimiento de sus personajes. Tanto tiempo hacía de mi primer encuentro con "Cien años de soledad" que saborear otra vez sus páginas ha representado una auténtica virginidad literaria garciamarquina, plena de sensaciones y elementos de aprendizaje. 

Después del huracán bíblico, Macondo solo es un recuerdo, una tierra devastada en las postrimerías del paraíso. Nada queda ya de sus calles, incluso las vías del ferrocarril sucumbieron a la voracidad de la maleza. Los espíritus del bosque colonizaron los raídos esqueletos de las casas, reemplazando con sus legiones de insectos el recuerdo de los hombres, la impronta de las mujeres centenarias que albergaron en su regazo la simiente de un futuro escrito de antemano. Nada queda ahora tras el diluvio y el súbito exilio de la luz. La naturaleza ha recobrado aquello que siempre fue suyo, la justicia del árbol y la tierra se impuso inexorable, acallando el furtivo atrevimiento de quienes pretendieron desafiarla. Ha crecido la floresta sobre las lápidas del camposanto, borrando para siempre los nombres, el coagulado olor de la pólvora reseca. 

He manejado varias ediciones de "Cien años de soledad" y algunas guías de lectura para facilitar su comprensión. Me quedaría en primer lugar con la publicada por la editorial Alfaguara, edición conmemorativa del cincuentenario de la obra, en colaboración con la Real Academia Española, que cuenta con el texto revisado por el propio Gabriel García Márquez y varios artículos complementarios realizados por eminentes autores y filólogos, como Álvaro Mutis, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Víctor García de la Concha, entre otros, así como un muy útil glosario de nombres y referencias que aparecen en la novela, sin olvidar la bibliografía utilizada. Una segunda edición que merece la pena es la de Random House, aparecida en 2017, con las magníficas ilustraciones de la artista chilena Luisa Rivera y la tipografía del hijo del autor, Gonzalo García Barcha, cuya presentación y alardes estéticos compensan sin duda la ausencia de otros materiales accesorios. Es esta una edición para el bibliófilo, el coleccionista, que no puede faltar en la biblioteca de todo aficionado a la novela del escritor colombiano. 

El destino estaba sembrado de mariposas amarillas, de tardes de verano en el corredor de las begonias. Yacía dormido en los viejos papeles del cuarto clausurado, donde ni siquiera el aire  osaba penetrar, temeroso quizá de las voces que aún parecían escucharse, guardianas de un tiempo de renglones desquiciados. Mas también estas terminaron apagándose en el carrusel de la fiebre y la incipiente penumbra. Llegaron entonces las polillas, las hormigas hambrientas, la verde progenie de la hiedra, enroscándose sin piedad mientras la soledad resquebrajaba el vigor, antaño tenaz, de los pobladores, avejentadas la tinta y la pluma, ya caducas, del escritorio, llamando al olvido de la palabra. 

Regresar a Macondo es compartir la esencia de una forma de escribir que rompió moldes e impregnó de su savia la novela del último cuarto del siglo veinte. Pulcritud, imaginación, atrevimientos narrativos, sorpresas que se insertan en el relato de lo cotidiano, son recursos y características que afloran en el texto de García Márquez y que atrapan enseguida, desde la primera hasta la última página. 


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