domingo, 19 de septiembre de 2021

Al regresar de la Feria del Libro de Madrid

Un día intenso rodeado de libros. En Madrid, por la mañana, hacía tiempo que no veía con tantísimo ambiente el Parque del Retiro y sus alrededores. La bondad del clima, en las postrimerías del verano, así como la mejoría en todos los indicadores de la pandemia, contribuyeron sin duda a que la gente acudiera en masa a su cita con los escritores y sus obras en esta octogésima edición de su Feria del Libro. Impresionantes las colas que abarrotaban las entradas al recinto y, ya dentro, ante las casetas en las que firmaban escritores mediáticos y muy apreciados por el gran público. Con ello, mi experiencia fue la de cualquier autor novel en estas lides, excitante y a la vez realista, pues uno no congrega multitudes y todavía menos cuando se trata de libros de poemas. En todo caso, en ningún momento había pretendido emular el magnetismo del que aparecen investidos todos esos autores que concitan interminables hileras de público, desde la perspectiva de la narrativa, la novela negra o histórica, la divulgación científica o su carácter de rostros conocidos de la pequeña pantalla. La sensación de aguardar la llegada de los lectores desde el interior de la caseta es bien diferente a la de peregrinar a lo largo de todas ellas. Por eso mismo resulta más que gratificante cuando alguien se acerca para preguntar por tu libro o para que se lo dediques. Es ese momento en que las palabras que un día uno escribió dejan de pertenecerle, cuando inician su tránsito definitivo hacia universos bien distintos de los del propio creador. Siempre me ha costado elegir las palabras más adecuadas para cada lector, la dedicatoria individualizada perfecta. Porque creo que el escritor debe tratar de aproximarse a quien va a hacer suyo el mensaje contenido en sus párrafos, en sus estrofas o versos. Es lo que siempre he intentado conseguir, no sin riesgo de incluir dedicatorias extensas y a veces inconexas o estereotipadas. En una Feria como la de Madrid, con cientos de casetas y un público apasionado e incontable, la mayor parte de los autores no pueden emplear mucho tiempo en estos menesteres. Salvo los que, como quien escribe, no se ven agobiados por la marabunta de las colas. La sensación es efectivamente inolvidable. Uno se siente por unos instantes partícipe y protagonista de todo ese circo, pequeña hormiguita literaria. Pero lo más importante es que lo que has querido transmitir pueda llegar a todos esos lectores desconocidos que gracias a eventos como este terminarán teniendo tu libro entre sus manos.



Firmando ejemplares de "Las erratas de la existencia", en la Feria del Libro de Madrid, 
18 de septiembre de 2021. Caseta 200, del Grupo Editorial Sial Pigmalión

De regreso a mi ciudad de residencia, continuar implicado en la difusión del libro. En la celebración de "La noche del patrimonio", fue una satisfacción completar el día literario junto a mi amiga y escritora Pilar López Ávila, de la Asociación Cultural Norbanova, animando a la lectura de los títulos de su catálogo editorial en el marco de la Feria del Libro Ambulante "De cordel"





No hay comentarios:

Publicar un comentario