domingo, 31 de octubre de 2021

Lecturas de otoño

La transición de octubre a noviembre marca el punto de inflexión del otoño y el inicio de la cuenta atrás que conduce hasta los días más grises e inestables que depararán los meses de diciembre y enero. Es tiempo de interminables tardes en el microcosmos del cuarto, cuando uno se abandona a las cadencias del jazz y al sereno placer de la lectura, mientras afuera, la intermitente compañía de la lluvia se deja sentir sobre las herméticas ventanas de la buhardilla. Son horas de reflexión, de largos silencios convertidos en terreno fértil para la literatura merced al amparo siempre fiel de los libros, cuando la luz adelgaza rápido.

A estas horas, vuelven a desbordarse los estantes de mi biblioteca. Poesía, novela, volúmenes sobre música, se hacen fuertes y reclaman su turno. No dudo que cada uno habrá de tener su momento. Mientras me atrapan los nuevos relatos de Haruki Murakami, fluyen caudalosos los versos de Santos Domínguez (El tercer reino), Ioana Gruia (La luz que enciende el cuerpo), Francisco Caro (En donde resistimos), Martínez Mesanza (Jinetes de luz en la hora oscura), Luis Alberto de Cuenca (Después del paraíso), Ida Vitale (Tiempo sin claves) o Francisco Brines (Donde muere la muerte). Libros que por estilo y construcción poética, temática, propuestas de contenido, se me antojan muy apropiados para estas jornadas de otoño que invitan a meditar sobre la esencia de lo que somos y el camino que recorremos. 



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