Tal día como hoy hace un año asistíamos al final de una forma de entender las cosas, de enfrentarnos a la vida. Nada de lo que vino después nos era conocido de antemano. Porque si algo hemos aprendido de los acontecimientos de estos últimos meses es que no hay territorio ni modus vivendi que esté libre de imprevistos y tensiones, que el cielo puede hacerse añicos sobre nuestras cabezas sin que seamos conscientes de ello. Solo cuando sus pedazos se nos acaben incrustando en la piel, cuando duela ser huérfanos de la luz. Un año atrás, nos dejábamos llevar entre el bullicio de las avenidas, obscenamente cautivos de la multitud, resplandeciente el mediodía, apropiándonos de cada segundo, de cada sílaba, en un intenso e ininterrumpido poema. Recuerdo aquel siete de marzo en las calles de Madrid, todavía indemnes, la sobremesa en la Cuesta de Moyano, el encuentro con Jorge Guillén y Jorge Luis Borges, el fugaz itinerario por el arte que nos llevó hasta el Guernica. Jornada de imágenes y de libros, pilares que lo han sido también luego, cuando el silencio y la penumbra lo inundaron todo. ¡Qué distinto habría sido vivirlo sin ellos! Fueron y siguen siendo el mejor antídoto contra el desencanto, imprescindibles luminarias en la desértica realidad que trasmutó nuestra realidad de siempre y la hizo tributaria de otros oficios, de otras profilaxis. Libros para construir un nuevo futuro, para apuntalar los maltrechos andamiajes de un presente expuesto al temor del naufragio, a la demencia de lo imprevisible. Libros para saturar los estantes hasta hacerlos combarse, sin tiempo material para desentrañar los renglones y la arquitectura de sus páginas. No podría destacar una historia sobre otra, un verso por encima de otro verso. Desde Borges hasta Brines, rescatando nombres y estilos, descubriendo nuevas maneras de interpretar el mundo, el óleo de la palabra supo ungir con su transparencia la cotidianidad de unos días hurtados al abrazo, conscientes de su quebradiza factura. En algún momento volveremos a percibir la belleza como antes, a permitir que el sol inocule su caricia por nuestros poros. Ahora que la primavera regresa.
Una sorpresa ver mi novela entre tu selección. Un abrazo.
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