sábado, 7 de agosto de 2021

El genio mítico y místico de George Harrison: 50 años de "All Things Must Pass"

Continuando en la línea de la entrada anterior, si entonces comentábamos el cincuenta aniversario del concierto benéfico promovido por el ex Beatle George Harrison para ayudar a los refugiados y damnificados de Bangladesh, hoy no podemos pasar por alto que precisamente este seis de agosto ha salido a la venta la edición conmemorativa de los cincuenta años del triple álbum "All Things Must Pass", que Harrison publicara apenas unos meses después de la separación del mítico cuarteto de Liverpool.

Mi relación con ese disco, por mérito propio perteneciente ya a la historia de la música, se remonta a una época adolescente de coqueteo con todo el universo Beatle. Era fácil comprobar que frente a las composiciones de la fábrica Lennon-McCartney, las de aquel tercer beatle, más introvertido, tenían un algo realmente diferente, un sonido que contrastaba con los estereotipos del grupo, Si en los primeros álbumes de The Beatles los escasos temas de Harrison apenas pasaban advertidos (la primera composición  suya aparecería en el álbum "With the Beatles", de 1963, con el título "Don't bother me"), a partir de "Revolver" en 1966, serán ya tres canciones de George las que se incluirán en los álbumes del cuarteto, pudiendo comprobarse la evolución del músico y su deriva hacia sonidos claramente surgidos de sus influencias orientales, muy perceptibles en temas como "Love you To", del referido disco o "The inner light", del recopilatorio "Past Masters". En ellos están presentes instrumentos como el sitar, propios de la música hindú, y que George aprendería de manos del legendario Ravi Shankar. 

No fue fácil conseguir "All Things Must Pass" durante los ochenta, cuando la irrupción de estilos y autores de estética muy diferente habían oscurecido en buena medida los ecos de aquellas músicas herederas del espíritu hippie de décadas anteriores. Inencontrable en las tiendas de discos, en pleno apogeo de la movida conseguí localizar la caja con los tres vinilos en una antigua tienda de Madrid, en una reedición española de 1987. De aquel establecimiento, de los que ya quedan muy pocos en pie, ni siquiera recuerdo el nombre, solo que se encontraba cerca de la estación de metro de Alvarado.  Sería en torno a 1988 y la ciudad vivía un momento de ferviente ebullición en todos los aspectos, no solamente en lo musical. En 2001, ya con Harrison gravemente enfermo, se lanzaría una nueva edición del triple álbum, que esta vez no tuve dificultades para adquirir, haciéndolo en formato CD, integrada por dos discos compactos, con algunos temas extras, procedentes de las grabaciones originales y una versión "modernizada" de su canción más icónica "My sweet lord", con la participación de la cantante Sam Brown y del hijo de George, Dhani Harrison. 


Imágenes de los álbumes "All things must pass", 
en versión caja de 3 vinilos y caja de 3 CD

Ahora vuelve a publicarse "All Things Must Pass" con motivo de estos cincuenta años y con mucho más material rescatado de viejas demos y sesiones de estudio. No en vano, George llevaba recopilando temas varios años antes de la aparición del álbum en 1970, condicionado por las limitaciones que su participación en los discos del grupo le imponían. Escuchar hoy las pistas de estos antiguos vinilos, recordar sus melodías y el profundo contenido de sus letras nos acerca de nuevo al genio místico de Harrison, nos permite comprender hasta qué punto la conciencia de lo trascendente, de la espiritualidad, impregnó sus canciones, de forma muy significativa las de estos tres discos, con títulos que remiten a sus más inmediatas preocupaciones, como "What is life", "Beware of darkness", "Art of dying" o las explícitas "My sweet lord" y "Hear me lord", en las que la idea de la divinidad está más que presente, una divinidad que bebe de las fuentes religiosas del hinduismo, como se aprecia sin dificultad en la primera de ellas, al incluir el conocido mantra Hare Krishna. No son pocos los que han versionado o interpretado estos temas, convirtiéndolos en imperecederos, en legado de un beatle que supo imponer su propio estilo y la autenticidad de su mensaje más allá del fin de la banda y la autoridad de sus dos líderes. 


My Sweet Lord, de George Harrison (1970)





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