domingo, 15 de agosto de 2021

"Solo inclasificable" de Efi Cubero: Música para los sentidos

Segunda lectura de "Solo inclasificable" (Siltolá Poesía, 76, La Isla de Siltolá, Sevilla 2021) de Efi Cubero. Y estoy convencido de que no será la última. Cuando un libro de poemas te hace disfrutar y aporta contenidos que contribuyen a perfeccionar tu forma de interpretar el verso, e incluso, la de construir los tuyos propios. ese libro termina convirtiéndose en referencia imprescindible. Es lo que se experimenta tras "escuchar" este solo que la escritora Efi Cubero ha compuesto desde sus pentagramas y demás rudimentos verbales. Blandiendo con destreza la "condición del extraño" que asigna al sujeto poético, compone a base de poemas en su mayoría breves, con predominio de los versos endecasílabo y heptasílabo, en ocasiones intercalados en la misma composición, pero no sin excepciones, su particular obra para ser interpretada a la medida de las diferentes cadencias en que se divide. Así, tras ensamblar sus notas para formar los acordes que darán cuerpo a la partitura (en música, un acorde consiste en un conjunto de tres o más notas que forman unidad armónica), sus poemas irán reproduciéndola según el tempo en cada caso elegido (andante, alegro, adagio...) Pero Efi Cubero parte de una visión introspectiva del mundo desde la que se formula preguntas de dimensión trascendental en su enfrentamiento con la intemperie, allí donde el silencio se hace confidente de la nada y uno siente el peso del alma, preguntas que solo puede responder el poeta con las claves de la soledad. La autora indaga en sus itinerarios más íntimos, aquellos que la transportan a su infancia, a  los lugares de esta, que revelan la autenticidad de una luz que se convierte en faro, en icono último. Los poemas de "Contrapunto" encierran así una búsqueda, la del sentido de un tiempo confuso, la de sí misma en la encrucijada que ese tiempo construye con sus incertezas. En su "Allegro"es perceptible ese retorno a elementos referenciales propios, siempre desde la contemplación de la naturaleza, cuya presencia se hace tangible universo desde el que se erige el oficio del poeta en su soliloquio: "el poeta es un incordiador en un mundo de solos", territorio que es campo semántico con el que fundirse para permanecer, como "tronco retorcido que escribe sobre el aire". La batuta de la poeta ordena de seguido cambiar nuevamente de tempo. El poemario inaugura con el haiku "Incertidumbre" su cuarta parte, "Andante", donde asistimos a una intensificación del tono existencial ya intuido en anteriores apartados. El tiempo es aquí un animal equívoco, un sendero de destino incierto. En él la autora "traza su propia línea", sola, espectadora de los fotogramas que componen el curso de las horas. En su discurso convoca el recorrido de los pasos, la reminiscencia de lugares, aromas, nombres y luces que se confunden en la singladura de la memoria, que reviven en la arquitectura del poema. Mas el camino es el de la propia vida y obliga a mantener la cautela, seguir el impulso de la proa que se adentra en lo oculto del mar. El conflicto vital encuentra su símil en el magnífico poema "Ajedrez", que encierra la contraposición de fuerzas que se enfrentan sobre el tablero: "el jaque mate lo dará la muerte". La partitura concluye con un "Adagio" en compases de tres por cuatro, título del intenso poema que da inicio a esta última parte del libro y en el que la autora despliega un esquema métrico que da preferencia al verso alejandrino para expresar de modo transparente sus sentimientos y el dolor de la pérdida, referente temático que está presente también en los siguientes poemas, de tinte elegíaco donde la reflexión sobre el equilibrio y la fragilidad, lo inexorable de lo perecedero, son sus principales constantes. La autora concibe su cotidianidad desde el prisma de la ausencia, de la herida que, en su línea de flotación, le ha supuesto la desaparición de su compañero y parte de su ser en un pacto quebrado por la intransigencia de la muerte. Sobreviven solo en este ámbito, a lo largo de estas notas suaves de adagio y reposo, la contemplación de los recuerdos congelados, la espera de un reencuentro en las cartografías de otra existencia: "soñando que otro plano nos reúna". Atirantan el vello los versos de estos últimos poemas del libro, transmiten ese frío que el silencio y la soledad inoculan bajo la piel, pero también entre las palabras, que regresan una y otra vez al lugar común de las preguntas sin respuesta, del presente hecho vacío que duele y parpadea.  

Enhorabuena Efi, por tan magnífico poemario. 





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