sábado, 8 de enero de 2022

En compañía de Jesús y las erratas de la existencia

Me acaba de llegar, corregida y completa, la magnífica reseña que la profesora de Literatura del Instituto "Hernández Pacheco", de Cáceres, María de la Vega de la Peña del Barco me hizo con motivo de la presentación del libro Las erratas de la existencia, para el acto que tuvo lugar en el Ateneo de Cáceres el 4 de octubre de 2021. Me complace enormemente subirla al Blog para conocimiento general, por cuanto ofrece una visión panorámica de cada una de las secciones del poemario, publicado por Sial Pigmalión en su colección "Extremadura". Sirva también para agradecer a Vega el estupendo trabajo de análisis realizado. 

En compañía de Jesús y las erratas de la existencia

Las erratas de la existencia no es un libro más en la andadura literaria de Jesús María, sino que es la muestra de las preocupaciones que le atenazan en su vivir. El autor, nacido en esta misma ciudad en 1964, es doctor en Derecho, Magistrado que se inició en el mundo literario en sus años universitarios con Esperanza de una amistad. Desde entonces son muchos los libros que lo han alzado y lo alzan como poeta: Escenarios, El tacto de lo efímeroLíneas de Tiempo, La complicidad de los amantes son una muestra de su oficio en la poesía.

En 2007, junto a su esposa, la ilustradora Deli Cornejo, y varias personas comprometidas en la difusión de la cultura, funda la Asociación Cultural Norbanova, con una línea editorial, desde donde desarrolla una intensa labor de promoción de la cultura y de la literatura a través de iniciativas como el “Aula de la Palabra” o la Revista de Literatura y Creación “Norbania”. Al margen de la labor puramente creativa, es coautor del Libro La tarjeta postal en Cáceres1900-1940, junto a María Antonia Fajardo Caldera. En 2015 publica Por adarves y callejas, entre peñas y riscos. Asimismo, colabora en diversas revistas y figura en varias obras corales, como poeta o articulista. En internet, mantiene su blog “Escenarios”.

 

Las erratas de la existencia es un poemario gestado entre los años 2018 y 2019, antes de los tiempos de pandemia. Se divide en cinco apartados “Huida hacia adelante”, “Empeñar las palabras”, “Escuecen los días”, “Isla en el mapa”, “Lágrimas” y una adenda final “La libertad era las perchas desordenadas”. Las citas de autores consagrados, Sartre, Kafka, Camus, Houellebecq abren cada una de las secciones del libro, anticipando las reflexiones que vertebran cada una de ellas y el poemario. Reflexiones que se dirigen a un tú que puede ser un desdoblamiento del yo lírico, o bien las comparte con un lector cómplice, a saber, el paso del tiempo, la enfermedad, la soledad, la muerte, el dolor de vivir… Las erratas de la existencia que no alivian sino el proceso creativo de la escritura “escribir para conjurar la desidia que entumece las muñecas” aunque a veces los versos tampoco sirven.

 

En el primer apartado, “Huida hacia adelante”, aparecen los motivos que ahogan la existencia del poeta y que le provocan la Náusea. Es un presente frío, lleno de miedos, de incertidumbres, un presente sin esperanza. Los estragos del paso del tiempo son inevitables. Solo queda “Enfrentarse a la Náusea. Plantarle cara” porque “cualquier huida hacia delante tendrá los días contados” y “La Nausea seguirá encaneciendo los sentidos/ dejando al descubierto las erratas de la existencia”. 

 

Una cita de El proceso de Kafka encabeza la segunda sección, “Empeñar las palabras” abierta con EL PROCESO, un poema  que se mete en la piel de Josef K ante el absurdo del juicio, que señala a los títeres de la justicia, del teatro del mundo “Jueces, abogados, banqueros, funcionarios, títeres todos” que se encomiendan a una ley que  puede no ajustarse a cada caso, porque  la resolución de un conflicto no es un proceso automático y los títeres se mecen en el vaivén de las incertidumbres en busca de la equidad. Para enfrentarse a esta Náusea solo les queda la escritura, pero “La poesía no es siempre dócil, genera equívocos, enfebrecidas controversias”.

 

“Estos días azules y este sol de la infancia”, último verso de Antonio Machado en el inicio de su viaje definitivo, en Colliure, abre “Escuecen los días”. La muerte nos acecha, nacemos para morir, cada momento vivido es una cuenta atrás por eso “escuecen los días,/ la metástasis campea impune,/ No somos nadie, solo sudor y óxido”. Aquí los poemas están dedicados a dos seres queridos, José Sánchez y Alexandre Lacaze, cuerpos “socavados” por la enfermedad. Desde ellos la muerte mira al poeta que no entiende nada y se interroga sobre lo efímero de la vida, una vez más no encuentra respuestas y siente el dolor de “las súbitas despedidas”, “de las lágrimas” de la pérdida…El sabor de la Náusea regresa para quedarse. Las despedidas son preludio de la soledad, los seres somos una “Isla en el mapa” IV sección del libro que se abre con el poema HIKIKOMORI, personas que deciden no salir de su cuarto, que buscan la soledad extrema, “Eremitas de la modernidad”, que construyen la soledad renunciando a cualquier acto que conlleve la presencia de otro ser humano.  No hay que ser Hikikomori para sentir esta Náusea, pues hay soledades que nacen entre las multitudes “que cruzan los pasos de cebra”, soledades en el seno de la sociedad. La soledad es la enfermedad de este siglo, que socava lentamente al individuo, es origen del extrañamiento, de la ausencia de identidad, de la inexistencia.  No todos pueden soportarla y se lanzan al vacío, hay que evitar esta caída, huir del sabor de esta Náusea, buscar un espacio para la huida hacia la libertad. Ese es el oficio del poeta “Ingeniar lo que se pueda/para sobrevivir a sí mismos”.

Las “Lágrimas” V parte, está formada por una serie de haikus cuyo esquema rígido contrasta con el verso libre utilizado en el resto del libro. En ellos Jesús María sintetiza los motivos de la Náusea que ha ido desgranando a lo largo del poemario, la enfermad “abandonarse/ dejarse colonizar/por las termitas”, la incertidumbre “No se han escrito/ los pulsos del futuro/ Estás desnudo”, la constante búsqueda de respuesta a los interrogantes de la vida “Sigues buscando/ la respuesta a tus dudas/las piedras callan”.

 

Las erratas de la existencia se le ha añadido una Adenda formada por poemas más recientes que intercalan el verso libre y el haiku nuevamente, que reflejan la nueva realidad en la que vivimos, en la que “Se impone aprender a leer de forma diferente cada verso” para reflexionar sobre dónde podría encontrarse la libertad.

 

Casi todo el poemario está escrito en segunda persona del singular, es un Tú poderoso, predominante, maduro, que controla el poema  en sus diversas formas “Tu sitio está en el microcosmos del escritorio”, “Te sigue contrariando la apnea…”, “has perdido la oportunidad para abolir la cruel… ”puede que  este Tú  sea  un diálogo íntimo consigo mismo, quizá sea un  distanciamiento del yo, quizá se dirija  a otro TÚ,  sea quien sea, el poema se convierte en un acto de comunicación, en un intento de paliar la soledad, como si fuera una conversación con un lector  con el que se  identifica y en un momento dado el  Tú se convierte en Nosotros “Seguimos santificando el alcohol, quemándonos a lo bonzo” porque quizá compartan el sabor de esa Náusea , las pérdidas y desilusiones, los sueños rotos.

 

Llama la atención el poder sugestivo de las imágenes: “tienes la sensación de que el calendario es tu enemigo“, “Retornarán los lunes con su vómito/de rutina”, “..Otra vez el día de la marmota” en una alusión al tiempo circular, o “La vida es un ovillo de tiempo”, referencia clásica a las parcas bordando los acontecimientos vividos y por vivir, o el mundo es un teatro en el que somos títeres, ”figurantes de una distopía”.

 

Como ya dijimos, estamos ante un libro que recoge los asuntos que le preocupan al hombre actual, al poeta: la soledad, la muerte, el paso del tiempo,  el destino…tópicos que han sobrevivido y sobreviven entre los  mejores versos, tópicos que no pierden su valor, que no son erosionados por la soledad ni por la enfermedad ni por  el paso del tiempo, que se cuelan por las  ventanillas de nuestro  día a día y se hacen visibles, convenientes y refuerzan su valor con el paso del tiempo, sobre todo en estos momentos de pandemia. Una vez más se demuestra que el poeta es un visionario y que el poema tiene un valor más allá del momento en que se escribe.


María de la Vega de la Peña del Barco

Profesora de Literatura del IES "Hernández Pacheco". Cáceres

 

 

domingo, 2 de enero de 2022

Reflexiones desde mi biblioteca para comenzar el año

Tarde de Año Nuevo reorganizando la biblioteca. Los meses que han quedado atrás han sido pródigos en lecturas y hallazgos literarios. Me han devuelto el interés -nunca abandonado- por los clásicos, por sus formas, contenidos y recursos. Al ir disponiendo cada volumen en los distintos anaqueles, parece posible reconstruir los fotogramas de este año ya caduco que, como aquellos, ha pasado a formar parte de nuestro particular archivo. Dos mil veintiuno ha sido el año en que vio la luz mi poemario Las erratas de la existencia y ahora, cuando ya trabajo en un nuevo proyecto, saboreo aún el dulce elixir de esas páginas, vertidas a la imprenta de la mano de Sial Pigmalión y que protagonizaron momentos inolvidables vividos a lo largo de este último semestre. Espero seguir disfrutando con el libro en el nuevo calendario recién abierto, tener la oportunidad de leer y compartir sus poemas, hacerlos llegar a un número mayor de lectores. Hacer balance de cuantos títulos me acompañaron durante el año que acabamos de despedir se antoja ardua tarea. Ahora, al sentir su tacto, percibir el olor y la rugosidad del papel, mientras voy colocándolos en los estantes, compruebo lo arriesgado que resulta hacer distingos, seleccionar una u otra voz en la arboleda de las palabras. 

Después de casi dos años bajo el estigma de la pandemia, continúan vigentes las referencias que sostienen los pilares de mi escritura, la justificación del verso como respuesta frente a los aguijones de la realidad, método infalible para asimilar lo que nos rodea y vestirlo con nuestros propios ropajes.  He leído mucho a Camus en estos meses. Sus zarpazos de lucidez condensados en unas pocas frases, pensamientos a la medida del mundo y la desconfianza del ser humano. El gran problema de la vida consiste en saber cómo pasar entre los hombres, nos dice el gran autor francés, y cuánta razón le asiste. Veo entonces hasta qué punto tenían sentido aquellos poemas que escribí sobre la existencia y la libertad.  En un tiempo en el que todo parece sometido a los vaivenes del azar, donde la sorpresa es no sorprenderse por algo, la literatura deviene bálsamo que degustar sorbo a sorbo, sin caer en la tentación del espejo. 

Me veo a solas, releyendo en silencio fragmentos de un libro cualquiera. Da igual cuál sea su título o su autor. Nuestra libertad comienza cuando somos capaces de no discriminar ningún texto que llega a nuestras manos. Para mejorar la concentración, elijo a Schubert. Admiro a Camus por su claridad de ideas, por la búsqueda incesante de argumentos para afirmar lo grandioso de la condición humana: Ni siquiera deseo ser un genio, pues bastante me cuesta ya ser un hombre.  

Comienzo este nuevo tiempo con un gran descubrimiento que impulsa a continuar reflexionando en esa misma dirección. Se trata de los cuartetos de Emily Dickinson que acaba de publicar en una edición realmente exquisita la editorial Los libros del zorro rojo. La miniatura incandescente, con selección, traducción y prólogo de María Negroni e imágenes de Lucila Biscione es una delicia para los sentidos pero también para quienes quieran aproximarse a una autora del diecinueve cuya voz resuena absolutamente actual. Como explica María Negroni, estos cuartetos constituyen una curiosidad, "pequeños amuletos, miniaturas incandescentes", que encierran, como los carnets de Camus, certeras dosis de lucidez. Así, cuando nos dice que Fama es el halo que deja / El sabio en su nombre efímero - / El iris no de Occidente / Que tal como viene se va-. 

El relato de las horas es deudor de la imaginación y del esfuerzo que hacemos para hacerla materia táctil. En eso consiste la creación, sea escritura, sea expresión plástica. Todo está inspirado por nuestro deseo de perdurar, de abolir de una u otra forma la certeza de nuestra propia caducidad.