sábado, 28 de enero de 2017

Mis lecturas de enero. Descubrimientos y reseñas a ritmo de Bossa Nova

Escuchar a Frank Sinatra interpretar junto a Tom Jobim sus temas puede ser una buena manera de comenzar el sábado. Bossa Nova y la Voz, con mayúsculas, mientras las nubes avanzan dóciles sobre la claraboya de mi buhardilla. Se marcha enero con paso lento y versos concéntricos, una vez más, adentrándose el calendario en los territorios del futuro. Intentamos que el año comenzara su viaje sobre los raíles de la poesía, y nos deparó encuentros que mitigaron los rigores de la borrasca, mesas compartidas y libros manoseados cuyas páginas se hicieron palabra pronunciada en los labios. Lástima que la ciudad prosiguiera en su duermevela, ajena a la musicalidad de las imágenes, lastrada por herencias de silencio e indiferencia. Entretanto, por mis manos han pasado versos de amigos, recién alumbradas obras que su generosidad me permitió recoger en el buzón, poesía itinerante encaramada a las alas del correo. Me sumergí también en el piélago de las librerías, donde el azar dirige los ojos y las manos hasta el estante donde reposa ese libro que, quizá no buscado de propósito, se presta al diálogo con el lector despistado que hurga entre títulos y portadas llamativas, sin rumbo fijo. 





Meditation/Meditaçao, Sinatra/Jobim

Tres nuevos títulos de la Colección "Baños del Carmen", de Ediciones Vitruvio, se han incorporado estas últimas semanas a mi Biblioteca. Sólidos poemarios, muy diferentes, pero llamados a ocupar un sitio relevante entre las propuestas poéticas que acaban de desembarcar en las librerías. "No eres nadie hasta que te disparan", el último libro de poemas del prestigioso y carismático autor Rafael Soler, es sin duda un trabajo sorprendente. Como en su anterior obra, "Ácido almíbar", lo primero que llama la atención es la portentosa capacidad del poeta para crear un universo propio en el que conviven el lenguaje más directo, la ironía y el sarcasmo ante la sociedad y el modus vivendi de nuestro tiempo. Una vez más, encontramos una poesía que se edifica desde sus cimientos, de matemático encaje, con títulos que en realidad constituyen un verso más, esculpido en el frontispicio de cada poema, cadáveres exquisitos que por sí solos permitirían apuntalar el poemario. Basten como ejemplo: "Catadora de ron en los entierros", "Ningún río al morir entrega el alma",  "Nunca abofetees a un tipo que masca tabaco". Estamos ante un libro que aglutina el incisivo mensaje que caracteriza la poética de Soler y una palabra adulta, nunca gratuita, certeramente empleada y escogida.   Comparte colección con el anterior el nuevo libro del escritor argentino afincado en Rivas, Emilio González Martínez, de título "Palabrando", y que pese a no llevar mucho tiempo publicado ya ha sido incluido en la lista de libros recomendados por la Asociación de Editores de Poesía. Con ese estilo personal que ya descubrimos en su poemario anterior, "Escoba de quince", hallamos versos que evocan sentimientos universales y a la vez cotidianos, vivencias cercanas, ejercicios donde la palabra cobra vida para cautivar al lector, sigilosa y hábil. Lo dice el poeta: "como un guante, / la palabra tercia / acariciando el plasma del misterio. / Como un guante / se vomita a sí misma, / calla y extiende sus dedos / en los signos del vacío. / Finalmente, en su visita a Cáceres para presentar "Identidad", el poeta y periodista Francisco Castañón me obsequiaba con el poemario "Paisaje", del gallego Ricardo Martínez-Conde, de reciente publicación también en Vitruvio. Aún no lo he podido leer, pero un primer vistazo deja impresiones ciertamente prometedoras. El propio Castañón acaba de realizar en Letralia, tierra de letras, una completa reseña del libro, a la que puede accederse en el siguiente enlace: http://letralia.com/lecturas/2017/01/28/paisaje-de-ricardo-martinez-conde/#.WIz0sbg56Bc.facebook


En el trabajo de ojeo por los anaqueles de mi librería habitual, acaparo otros tres títulos que se añaden a la lista de lecturas pendientes. El primero de ellos, "No en mis días", que edita Vandalia,  redescubre al novísimo  Gimferrer y su extraordinario dominio del lenguaje poético, plagado de referencias culturales e iconográficas. El segundo, "La prisión transparente", de Antonio Gamoneda, publicado por Vaso Roto, acumula tres poemarios, La prisión transparente, No sé, y Mudanzas. Sirvan de presentación las palabras de su autor: "El recuerdo habita en el olvido y el olvido perfecciona el recuerdo".  Completo la relación de mis últimas adquisiciones con el flamante libro de poemas del cacereño Juan Manuel Barrado, incluido en la colección "Trea", y que titula "Pertenecemos a lo invisible", sugerente pórtico que invita a bucear en la personal lírica de este autor, perteneciente a la más granada generación poética que ha dado Cáceres. 



Y si hablamos de autores extremeños, resulta obligado referirnos a las dos últimas obras de Pilar Galán o Juan Ramón Santos, que acaba de publicar la editorial De la luna libros, dentro de su colección "Lunas de oriente", que siguiendo la estela de la inolvidable "Lunas de poniente", pretende recoger en su catálogo las voces más representativas de la narrativa que hoy se escribe en Extremadura.  Aunque la mayor sorpresa de estos días, gratísima, por cierto, ha venido también a través del correo, desde la hermosa isla de Mallorca, en la que reside desde hace años un poeta que nunca dejó de considerar a Extremadura como su tierra, Carlos Medrano. "Donde poder volver", la selección de poemas tomados de su blog "Isla de lápices" que ha publicado Vberitas, reconcilia sin duda al autor con ese amor que siente por estos pagos, y a quienes apreciamos su verbo poético, con una deliciosa muestra de su buen hacer, lleno de evocaciones y lúcidas escapadas, con la manufactura de un lenguaje cristalino que transporta a lugares y vivencias que dibujan la madurez de un poeta a caballo de dos orillas y cuya voz no olvida el legado de maestros como Santiago Castelo o Ángel Campos Pámpano. "En la aventura del papel y la belleza", recojo las palabras de su dedicatoria y celebro la lectura sosegada de estos versos que espero algún día pueda ofrecernos personalmente en esta ciudad, que es también la suya. 







lunes, 9 de enero de 2017

Primera ojeada a 2017. Redescubrimiento de los clásicos.

Me parece que este año que acabamos de estrenar lleva impresa una marca de nacimiento que responde a los códigos de la incertidumbre, entendida como falta de certidumbre, según la acepción del diccionario de la lengua española, y por extensión, a la ausencia de certeza concebida como exclusión de lo cierto, del conocimiento seguro y claro de algo. Dos mil diecisiete se anuncia con los ropajes de la fragilidad, la que es propia de caminar sobre terrenos irregulares y sin el amparo, siquiera metafísico, de una red. En el desorden de los fenómenos atmosféricos, se antoja un período de extremos térmicos; en la desazón de las ideas, la rebelión de los colores, y el recelo frente a artificiosos mestizajes. El mundo aterriza de nuevo y se instala sobre las páginas de un almanaque en blanco, contagiando con su carga viral cada uno de los números, los días, las semanas, que conformarán las estaciones. El siglo veintiuno es un tiempo de protagonismos heterogéneos e histriónicos, donde conviven zarpazos de cartesiana razón y delirantes episodios que bordean las fronteras de la incivilidad. Si las cartas del Tarot contienen algún tipo de mensaje oculto o representan un género de alfabeto críptico que aún espera ser descifrado, se me antoja que El Loco sería la que mejor pudiera describir esa realidad irreflexiva y nerviosa que nos rodea. Se ha querido ver en este personaje al hombre que camina hacia el futuro, libre de ataduras, con un rumbo que ni él mismo acierta a definir. Acaso la idea de romper con lo establecido y regresar a la esencia de lo que un día fuimos para crecer de nuevo, para hacernos de nuevo, permita recuperar el malherido germen de nuestra propia existencia y la de la madre naturaleza, sin la que no tendríamos sentido.  Es por eso que la incertidumbre con que se conduce este dos mil diecisiete, aún impúber, sea tal vez una llamada a la serenidad, a la mudanza de ánimo y al rescate de esa dimensión espiritual que la materia y la rutina han ido desplazando y denostando. 


Ilustración de Deli Cornejo para el libro "Arcanos Mayores" 
(Norbanova Poesía número 4, 2012)

En un momento en el que todo parece sometido a convulsiones, cuando la discordia prende fácil los resortes del verbo y la poesía es proclive a encendidas diatribas, me pide el alma un reencuentro con los clásicos, los que con su palabra nos allanaron el camino de la lucidez. Si el mundo, ese loco despistado que avanza con la cordura en horas bajas, pretende reconciliarse consigo mismo y dar una oportunidad a la trascendencia, qué mayor signo de ésta que la siempre provechosa relectura de los versos de Juan Ramón,  Machado, Unamuno o los grandes del veintisiete, aquellos que marcaron con sus voces una edad de plata anterior al cataclismo de los fusiles y que aún hoy aportan desde sus viejas e impecables ediciones ese toque de templanza del que tan necesitados nos encontramos, ahora que la poesía se confunde en un mar de egos enfrentados e intereses comerciales, alejándose quizá de su verdadero ser.   Del mismo modo anda sobresaltado el mundo, buscándose, sin demasiado tino. 



Sobrecubierta y página de presentación de la Antología 
1915-1931, "Poesía española", recopilada por Gerardo Diego y publicada por Editorial Signo, en Madrid, en 1932 (primera edición), que representó el descubrimiento de la poesía española de la época en Europa, reuniendo a toda una serie de autores cuya importancia y calidad resultan hoy indiscutibles.