Hoy, 19 de octubre, como todos los años, se celebra el "Día mundial contra el cáncer de mama", una jornada que
pretende sensibilizar a la sociedad frente a esta enfermedad que con el tiempo
se ha ido haciendo cada vez más presente en nuestra vida cotidiana, pero
también más vulnerable y vencible. En mi entorno, la realidad de esa palabra,
"...capaz por sí sola de hacer el
silencio,
de embarrar la saliva",
se ha hecho patente en varias ocasiones con toda la
incertidumbre que arrastra tras de sí, sembrando de dudas nuestro pequeño
universo, poniendo diques al mar. Hace años, hablar de "cáncer",
removía al instante las más profundas hebras del espíritu, alentaba un
horizonte de agujas y desencuentros, donde los peores escenarios se veían como
posibles. La frialdad del diagnóstico, el rostro invertebrado del médico,
hacían el resto. Desgraciadamente, aunque las cosas han cambiado mucho, ese
pánico no ha acabado de abandonarnos, pues no todos los cánceres son iguales,
ni tampoco comparables las reacciones que frente a ellos experimentan las
personas que los padecen.
El instinto insatisfecho del cangrejo
no sabe de abluciones ni escapularios,
adentro de los tejidos
huésped inopinado se engasta
a cada sorbo de aire,
calladamente progresando.
En la vertical del asedio,
nada es seguro,
acecha el peligro
detrás de los estores,
ganglio centinela.
del libro "A Contracorriente", Editora
Regional de Extremadura, 2009.
El tiempo me ha hecho ver las cosas sin embargo de
distinto modo. Las personas muy próximas que atravesaron este cúmulo de
descosidos, que se embarcaron en ese difícil itinerario hacia adelante,
salieron victoriosas. En la lucha contra ese enemigo silencioso e invisible,
éste hubo de retirarse más allá de sus fronteras.
¡Qué admiración la que me suscitan estas mujeres
aguerridas y dispuestas a todo, a las que el lógico sentimiento de temor
ha hecho más fuertes!
Para mí son un ejemplo, -y cada día me miro
en una de ellas-, tratando de absorber a bocanadas ese empuje, esa entereza
que muchos necesitamos para enfrentarnos a las adversidades.
Una jornada como ésta debe servir para enseñarnos
que no hay lugar para el desaliento, que la esperanza está muy por encima de
aquel desconcierto inicial que la noticia de un diagnóstico como éste lleva
consigo. Las mujeres que conozco que han pasado por esto me han dado una
lección de confianza, de saber estar, que todos deberíamos aprender.
Ellas siguen ahí, plantando cara a la vida, son
felices, y hacen felices a los que les rodean.
Un gran acierto acordarte de estas jornadas en tu blog;. estoy con ellas y con ellos, los que luchan contra esta enfermedad y me remito a lo que pones en tus últimas líneas.¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminar