sábado, 10 de marzo de 2018

Bucear en la nada

De vez en cuando me reivindico. Desempolvo mis libros, dormidos en los cajones, avejentados en los estantes de las librerías. Uno alimenta la llama de otros, celebra la publicación de versos ajenos, acapara títulos en su ahíta biblioteca, pero deja que su palabra duerma el sueño del olvido, de la indiferencia. Son buenos aliados el silencio, la caricia de la oscuridad. El tiempo pasa y amarillea el papel, la tinta pierde vigor, las voces se apagan. Hace dos años, "El tacto de lo efímero", vestía nuevos ropajes con la complicidad de Ediciones Vitruvio. Recuerdo aquella primera presentación, en la Feria del Libro de Trujillo, recubierta de frío, enredados los versos en las cuerdas de mi guitarra. La de Madrid, en octubre, conserva el regusto del deseo inconfesable de sucumbir a la tentación de lo urbano, voltear la vida desde los cimientos para contagiarse de las prisas, de la combustión de las estaciones de metro, del anonimato de los rostros. Después, el mar en calma, la serenidad de las sílabas,  los soliloquios del insomnio, la larga travesía del desierto. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario