domingo, 29 de julio de 2018

Literatura y mitos (Praga 3ª entrega y última)

Al otro lado del Puente de Carlos, en el pintoresco laberinto que forman las primeras callejas del barrio de Malá Strana (la ciudad pequeña, en checo), y los bajos del propio puente, junto a la isla de Kampa, varias sorpresas aguardan al transeúnte despistado que busca la ruta de ascenso hacia el Castillo. En una zona de elegantes edificios, muchos de ellos con pasaporte diplomático, se alza un amplio lienzo de muro plagado de graffitis y pintadas que contrasta con la sobriedad de las construcciones del entorno. No tarda en reconocerse entre las coloridas tinturas el rostro inconfundible del ex-Beatle John Lennon, y no faltan los mensajes alusivos a canciones del grupo, proclamas propias del flower power de los años sesenta, con su simbología característica. El llamado "Muro de John Lennon" constituye un verdadero oasis en medio del universo arquitectónico de Praga, testimonio perenne de la resistencia que los jóvenes protagonizaron durante el gobierno pro-soviético de Checoslovaquia y tras el asesinato del cantante en 1980. Cuando sus canciones y su forma de entender la vida se consideraban subversivas por las autoridades, los graffitis se reproducían una y otra vez sobre aquella pared, ininterrumpidamente hasta nuestros días, constituyendo hoy todo un símbolo y un monumento a la libertad de expresión. 




Diversos aspectos del llamado "Muro de John Lennon"

Continuando por la ribera derecha del Moldava, según se deja atrás del Puente de Carlos, pensaría el viajero encontrarse en París y cerca de las aguas del Sena, al descubrir la librería Shakespeare a synové (Shakespeare e hijos), con evidentes reminiscencias de la icónica librería parisina Shakespeare and Company. Es imposible resistirse a penetrar en sus amplias estancias, con estanterías que ascienden hasta el techo atestadas de libros, la mayor parte en inglés, pero sin olvidar otros idiomas, entre los que también se encuentra el castellano. En el establecimiento hay de todo, libros de historia, obras literarias, volúmenes de segunda mano, revistas, libros de arte, autores y temática local, camisetas y hasta cervezas.  Quienes aspiren por unos instantes a eludir la vorágine del turismo y el frenesí de los tranvías que suben abarrotados hasta el castillo, disfrutar de este paraíso de los libros y hacerse con alguno para engordar la ya pesada mochila, será sin duda una experiencia gratificante.  





Librería "Shakespeare & synové" (Shakespeare e hijos)

Luego, afuera, el recuerdo del poeta checo Vladimír Holan, conocido en España por las excelentes traducciones de Clara Janés, se dejará sentir al pasar por la casa donde vivió, como se indica en la correspondiente placa. 


Placa en la casa del poeta Vladimír Holan

No mucho más allá, en una pequeña explanada, se encuentra el museo dedicado a otro de los grandes de la ciudad, Franz Kafka, completo museo interactivo en el que se puede recorrer la vida y trayectoria literaria del escritor a través de gran cantidad de material (instalaciones, facsímiles, imágenes, libros, objetos personales, etc.) No se puede comprender Praga sin hablar de Kafka, y ello pese a que toda su obra se encuentra escrita en alemán. Personajes como Gregorio Samsa, de "La transformación", Josef K.,  de "El Proceso", el otro K.  de "El castillo", pertenecen al acervo de la mejor literatura, protagonistas de obras desquiciantes, individuos alienados y engullidos por el bucle de la esquizofrénica maquinaria de la burocracia. Kafka en Praga está por todas partes, sus monumentos, su casa natal, la pequeña casa en la que vivió en el Callejón del Oro del Castillo, sus camisetas, los imanes para el frigorífico, y por supuesto, su tumba, en el nuevo cementerio judío, en el barrio de Zizkov. Como también por todas partes está el que por algunos se ha llegado a llamar "el reverso charlatán de Kafka", el gordito y bonachón personaje de la novela de Jaroslav Hasek, "El buen soldado Svejk", icono antibelicista publicado en 1921 que cuenta las andanzas de un soldado checo durante la Primera Guerra Mundial. 



Curioso grupo escultórico a la entrada 
del Museo dedicado a Kafka


Instalaciones y montajes interactivos en el interior del museo



La casita número 22 del Callejón del Oro, 
donde vivió Franz Kafka


Tumba de Franz Kafka en el Nuevo Cementerio Judío de Praga


Cervecería con la imagen del Soldado Svejk, en Praga

Tras subir al castillo y escuchar de algún guía local la leyenda de San Juan Nepomuceno, cuya espectacular tumba se encuentra en el interior de la Catedral de San Vito, no muy lejos de la capilla del legendario rey San Wenceslao, es obligado regresar al Puente de Carlos bajando la calle Nerudova, dedicada al escritor que comparte nombre de pila con aquel santo que está presente en todo el imaginario de la República Checa. Jan Nepomuk Neruda vivió en esta calle en la primera mitad del siglo XX. De él tomó prestado el apellido el poeta chileno Pablo Neruda.


Interior de la catedral de San Vito


Tumba de San Juan Nepomuceno


Capilla de San Wenceslao


Calle Nerudova


Calle Nerudova


Atelier de marionetas en la calle Nerudova

Volvemos a cruzar el puente y nos adentramos de nuevo en las callejas de la ciudad vieja, hacia el barrio judío de Josefov. No podemos cerrar esta crónica de mitos y literatura en Praga sin mencionar otra de las figuras más recurrentes de la ciudad, la del Golem, aquel ser de barro que la leyenda atribuye al ilustre rabino Juddah Löw, quien podía darle vida, aunque no el don de la palabra, introduciéndole en la boca un pergamino con una inscripción mágica en hebreo. Curiosa historia que parece anticipar la de otros personajes que surgieron posteriormente en la literatura (recuérdese el Frankenstein de Mary Shelley), y que sigue hoy vigente en Praga, pues se dice que los restos de aquel "golem" se encuentran todavía en el ático de la Sinagoga Vieja-Nueva, no muy lejos del cementerio judío donde se halla la tumba de aquel viejo rabino. En todo caso, el escritor austriaco Gustav Meyrink es autor de la novela "El Golem", publicada en 1915, aprovechando el material de la famosa leyenda. 


Sinagoga Vieja-Nueva, donde se forjó la leyenda de "El Golem"


Para despedirnos de la ciudad y de sus iconos, pondremos rumbo al barrio de Nové Mesto (ciudad nueva), y desde la Plaza de San Wenceslao, centro de las revueltas que se produjeron durante las llamadas Primavera de Praga y la Revolución de Terciopelo, recordaremos la Praga artística contagiada de los vientos del art nouveau y la "Secesión vienesa", algo nítidamente perceptible en la gran cantidad de edificios procedentes de aquellos primeros años del siglo XX, como el deslumbrante "Hotel Europa", sito en la referida Plaza; y que tan magníficamente pudieron captar artistas como Alfons Mucha, cuyo museo no se encuentra muy lejos de allí, y a quien se deben obras tan memorables como parte de las vidrieras de la Catedral de San Vito


Plaza de San Wenceslao


Hotel Europa, ejemplo de edificio "art nouveau"


Museo dedicado a Alfons Mucha


Vidrieras realizadas por Mucha en la Catedral de San Vito

Como otros genios checos, Mucha reposa en el pequeño pero acogedor cementerio de Vysehrad, situado sobre un promontorio del Moldava, en el interior de la que fue la primera fortaleza de la ciudad, junto a otros ilustres como los músicos Dvorak o Smetana, este último, autor de los poemas sinfónicos que componen Ma Vlast (mi patria), algunos tan conocidos como el dedicado al río Moldava, con el que cerraremos este recorrido por tierras checas. 



Tumba de Jan Neruda en el cementerio de Vysehrad


Tumba del músico Bedrich Smetana, en Vysehrad


Basílica de San Pedro y San Pablo, en Vysehrad


Vista de Praga desde la colina de Vysehrad


El Moldava, Smetana. La sintonía por excelencia de Praga

















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