domingo, 20 de septiembre de 2020

Un lugar llamado Antaño, de Olga Tokarczuk

No conocía a Olga Tokarczuk antes de que le fuera concedido el Premio Nobel de Literatura en su edición de 2018, aunque otorgado en 2019. No había leído nada de esta escritora polaca y solo hace unas pocas semanas me topé con uno de sus libros en los estantes de la librería que habitualmente frecuento. Me pudo la curiosidad y no tardé en comenzar a leer "Un lugar llamado Antaño" publicado por Anagrama (Panorama de Narrativas), cuya primera edición es de marzo de este mismo año 2020. Hoy he terminado la novela y he de confesar que  he disfrutado como hace tiempo no lo hacía con la narrativa. Desde el primero de sus breves capítulos, todos intitulados como "Tiempo de..." en referencia a cada uno de los diversos personajes que conviven en ese pequeño universo, el libro engancha y la historia se va haciendo cada vez más cercana, en gran medida como consecuencia del tratamiento que la autora dispensa a sus protagonistas, visibilizando sus sentimientos y encadenando sus respectivas tramas, que van desarrollándose en el marco de una amplia dimensión temporal (desde la primera guerra mundial y a lo largo de todo el siglo XX), en la cual asistimos al nacimiento, madurez y extinción de aquellos, que discurren parejos al cambiante escenario que les acoge. Se ha dicho que Tokarczuk cultiva una especie de "realismo mágico" e incluso se ha definido esta novela como "un cruce entre Cien años de soledad y un cuadro de Chagall". Ciertamente, nos encontramos ante una obra coral integrada por varias líneas argumentales que no obstante convergen en las vivencias de una familia que sirve de hilo conductor del relato, a modo de pequeña saga, en todo momento ágil y con preferencia del elemento psicológico sobre el puramente histórico o secuencial. Transcurre el tiempo, los personajes se someten a los avatares de la vida, envejecen y van apagándose. Afuera se suceden episodios, confrontaciones, tragedias, que la autora hilvana a la medida de aquellos, dotando a sus experiencias de una clarividente profundidad y humanidad, todo ello, valiéndose de una prosa plagada de connotaciones y recursos poéticos e incluso místicos. El libro contiene brillantes excursos reflexivos acertadamente insertos en la trama: "la vida no es buena con el hombre y lo único que está en sus manos es encontrar una concha para sí mismo y sus seres queridos y en ella perdurar hasta el momento de la liberación". Los personajes se hacen cotidianos y el lector se convierte en un espectador privilegiado que termina por familiarizar con ellos, implicándose en su destino. La maternal Misia, el introspectivo Izydor, la rebelde Espiga, son algunos de esos nombres que protagonizan los diversos "tiempos" de Antaño. Tokarczuk consigue además un curioso mestizaje entre la crudeza de la realidad que inevitablemente les atrapa y una atmósfera próxima a la Cábala judía con sus visiones laberínticas del mundo. En definitiva, una novela intensa, relajante, que invita a seguir disfrutando de la obra de esta autora. Ya me esperan "Los errantes", también publicado en Anagrama y que obtuvo el Premio Man Booker International. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario