domingo, 10 de marzo de 2024

Crónica de unas semanas sin tregua

La vorágine de las últimas semanas ha colapsado por completo cualquier actividad creativa e incluso lectora. Presentaciones, participación en conferencias, encuentros literarios y editoriales...Con ansiedad esperar el tiempo de la mansedumbre. Difícil en medio de una agenda poblada de compromisos y eventos a corto y medio plazo. Aún conservo en la memoria los ecos del saxo que arroparon la lectura de los versos de Tentativas de escapismo en la tarde lluviosa de su presentación, las imágenes de aquellos momentos que sirvieron para ungir la puesta de largo de un libro con vocación viajera, cuyas palabras buscarán ser pájaro y pluma allende los márgenes del cuarto propio. Un libro de agua y de vuelo, destinado a ser licor en paladar virgen. Aquel frío de Cáceres en la noche de febrero permanecerá siempre en la caricia de estas páginas, vayan donde vayan. 


Con el sabor del verso recién inaugurado todavía en los labios, volver al amparo del lugar al que perteneces. Hacer recuento de la memoria vivida y aprendida para dejar constancia de un itinerario al que se adscribe la trayectoria y experiencia propias. La devoción por la ciudad que ha marcado los puntos cardinales de una vida y que gustoso compartes. Es sorprendente comprobar cómo tu discurso se agiganta y deja pequeño el auditorio al que va dirigido, que se hace necesaria una reedición del relato para no dejar fuera a quienes expectantes ansían ser partícipes de su mensaje, sumergirse en los fotogramas que jalonan la secuencia de toda una línea de tiempo que se remonta al que respiraron aquellos que nos precedieron y nos hicieron como somos. Hay mucho de historia y de nostalgia, de romanticismo en todo ello. Nunca pensé que estas Imágenes y recuerdos del Cáceres romántico iban a despertar el interés que han suscitado. Tras la desmesura de aquel primer pase, el 29 de enero, quién podía pensar que habría un segundo, apenas un mes después. Pero es que la exposición del 4 de marzo no disminuyó las expectativas y volvió a congregar un público, nuevamente numeroso. Sirvan estas palabras de agradecimiento a quienes lo hicieron posible, en este caso, a la asociación ASCEMI y a sus responsables. Mi gratitud infinita.


Entretanto, un intervalo de aire fresco en medio del bullicio de estos días. Cerrar ese intenso febrero en los aledaños del Mediterráneo, allí donde la luz se hace pincelada, reminiscencias del Sorolla más marinero y colorista. Pausa de aprendizaje en Valencia para recuperar el tono. Larga sesión de tren de un lado a otro del mapa. Ciudad herida por el mazazo del fuego en la antesala de las Fallas. Luto y fiesta en cuarentena por la tragedia. Lluvia intermitente que riega el itinerario desde el centro hasta el ensanche futurista que presiden los volúmenes de la Ciudad de las Ciencias y las Artes.



De vuelta, retomar el pulso de las propuestas poéticas en el encuentro nómada de un "Edita" que ya lleva nueve años erguido en territorio propio, aunque con el sabor onubense que le confiere la presencia de Uberto Stabile y la pléyade de creadores que se congregan en Cáceres a reclamo de María Carvajal para hacer posible este pequeño festival de la edición independiente y la poesía, fructífera secuela de aquel que ya es un clásico. Con y sin Norbanova, ahí estuvimos. 


Y como cierre de esta crónica que es trasiego y diario de unas semanas sin tregua, el emocionante abrazo con el escritor y amigo Félix José Ortiz, en la tarde del 7 de marzo, con motivo de la presentación de su libro Flexiones, en el Aula de la Palabra de la Asociación Cultural Norbanova. Si hay alguien a quien pueda considerar partícipe de una complicidad literaria que trae causa desde los orígenes de nuestras respectivas primeras escaramuzas con la palabra, ese es Félix Ortiz. De ahí que el reencuentro resulte todavía más gozoso y sobre todo, si es para conmemorar y dar visibilidad a su nueva criatura. Es un lujo que un orfebre del lenguaje como él nos ofrezca su trabajo, sin duda alguna original y lleno de mensaje, que comparta sus "Desaforismos" con los lectores de Cáceres, ciudad que acogió aquellos momentos iniciáticos en su carrera de escritor, mecidos por el vuelo de la Oropéndola




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