martes, 15 de agosto de 2017

El poeta es un repetidor

Comenzaba este año redescubriendo a los clásicos, y así dejaba constancia de ello en la primera de las entradas de este blog, recién estrenado dos mil diecisiete. Ahora veo que sigo instalado en una dinámica similar, después de un verano alérgico a playas y piscinas, contagiado de búsquedas, con la mirada puesta en rematar el poemario de nueva factura que me tiene completamente alienado desde hace casi tres años. Cuando ya va atisbándose la luz al final de tantas jornadas de inseguridad y dudas, de íntimas batallas, ando de regreso a territorios de experiencia, a páginas que ofrecen esa garantía en medio del desorden al que uno se siente empujado en medio de tanta marejada literaria. Viajar a Ginebra habría sido solo una excusa para releer a Borges, para desempolvar la poesía de Neruda, que no muy lejos, en la cercana Nyon, vivió la clandestinidad de una turbulenta pasión con Matilde Urrutia, destinataria después de sus "Cien sonetos de amor". He vuelto a sentirme cómodo entre estas páginas, atrapado por su lenguaje y sus historias, a la búsqueda de una atmósfera tolerante con la referida tarea de pulido y rubricado que exige la finalización de todo libro de poemas que pretende ir más allá y hacer olvidable cualquier obra propia anterior. También el cine habría tenido mucho que ver en la creación de ese microcosmos, destinado a ubicar al escritor, a semejanza del náufrago que recala en su isla sin otra compañía que la de sus obsesiones. Un cine de planos interminables, de hipnóticas referencias musicales, donde la acción se desenvuelve a pautadas dosis, donde las imágenes y el diálogo transportan a otras épocas, a travesías personales y artísticas propias de un concepto circular de la historia.  A propósito de ello, me ha sorprendido la reflexión que Vila-Matas hace en el libro "Mac y su contratiempo" y que considero acertadamente ocurrente: "El poeta es un repetidor. Los que no han necesitado más que escribir un libro o ninguno para aprobar y pasar de curso no se hallan como nosotros, todavía obligados a seguir intentándolo". Eso es, continuar buscando esa ruta que efectivamente conduzca a alguna parte. Por eso me he sentido identificado con muchos de los planteamientos argumentales de Borges o con la libertad creativa derrochada a borbotones en los extraordinarios poemas de Poeta en Nueva York, que nunca dejarán de sorprenderme. Siempre habrá tanto que aprender... En palabras de García Lorca"Son mentira los aires. Solo existe una cunita en el desván que recuerda todas las cosas". Su particular "Aleph", acaso, ese punto del espacio que contiene todos los puntos, el infinito todo. 





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