Pretendía que este Pregón Mariano cuya redacción me confiaron, hace unos meses, los responsables de la Hermandad Penitencial del Stmo. Cristo del Amor, Señor de las Penas y Nuestra Sra. de la Caridad, fuera distinto de aquellos otros que ya tuve la oportunidad de pronunciar en años anteriores. En este caso, tan próximas las celebraciones de la Navidad, con toda su parafernalia, el objetivo era propiciar una reflexión acerca de la tarea que tenemos en aras de conseguir un mundo más habitable, más solidario, más igualitario, con independencia de nuestras respectivas creencias, porque la convivencia en paz y libertad, con el respeto mutuo como seña de identidad nos compete a todos y a todas, No hay mejor forma de hacerse escuchar que arropando la palabra con la clámide de la música y el acordeón de mi amiga y excelente intérprete, Fernanda Valdés cumplió con creces ese cometido de abrir los oídos al aluvión del texto relajar después la densidad de su mensaje, en una noche fría de mediados de diciembre.
Se trataba de situar y actualizar lo que significa la figura de la Virgen María, rescatar y hacer tangibles los valores de caridad, amabilidad y cercanía que caracterizan su personalidad como mujer y madre, poner de manifiesto su vigencia, también en este siglo XXI en que nos encontramos, donde tantas personas son víctimas del abandono, del desarraigo, de la guerra y se ven obligadas a salir de su tierra a la búsqueda de la ansiada calma, del derecho a una vida mejor.
Transcribo a continuación algunos pasajes que ejemplifican esa llamada de atención que no solo se agota en el espacio de los días que en breve nos aguardan:
"Como María, somos llamados a estar atentos a las necesidades de quienes nos rodean: una palabra de consuelo, un gesto de apoyo, una mano tendida. Dentro de unos días, volverá a ser Nochebuena. Ya hace unas semanas que todo nos recuerda la proximidad de estas fechas. Pero, ¿sirve de algo ese derroche de buenos deseos, de exaltación de la fraternidad, si después, todo se queda en unos pocos gestos, en en una sucesión de actos teatrales, de sonrisas impostadas? La caridad que personifica María prescinde de grandilocuencias, reside en las pequeñas acciones diarias, esas para las que no hay fecha ni mes en el calendario. No basta mostrar piedad una vez al año, María nos enseña el sentido de la verdadera piedad, la que da testimonio del amor y nos llama a mantener en todo tiempo abiertos ojos y oídos al grito de los más necesitados, de los refugiados y los marginados, de los que sufren cualquier clase de discriminación. Lo expresa con palabras cercanas el Papa Francisco cuando le pide que nos dé la gracia de vivir “una Navidad extrovertida, pero no dispersa”.
(...) "La humanidad necesita hoy más que nunca a María, en esta era en la que la metralla y el estruendo de los obuses acaparan los paisajes del hombre, su discurso que, poco a poco, se aleja del diálogo, adentrándose en el lodazal de la discordia y la desesperanza. Tiembla la tierra y sangran sus costados. Un niño llora bajo el cielo de Palestina, a duras penas es rescatada una niña entre los escombros de su casa en Ucrania, las aguas del Mediterráneo contemplan el forzado destierro de quienes se afanan por alcanzar las orillas de una nueva tierra prometida".
(...) "María se erige entonces en adalid del respeto, símbolo de convivencia pacífica y antídoto frente a aquellas conductas que atentan contra la vida y el derecho de las mujeres. Lo recordaba el Papa Francisco con motivo de la fiesta de la Inmaculada Concepción, en diciembre de 2023, al pedir la intercesión de la Virgen para frenar la violencia que sacude el mundo, y en especial, a las mujeres, recordando a todas aquellas “que han sufrido la violencia y a las que todavía son víctimas”.