miércoles, 25 de diciembre de 2024

Arqueología literaria: Mis libros de poemas de 2024

No me suele gustar elaborar listas de los libros más sobresalientes del año que está a punto de finalizar. Se mire por donde se mire, los criterios que se tienen en cuenta para efectuar cualquier selección, incluyendo unos títulos y descartando otros, aparecen inevitablemente cargados de tintes subjetivos, valoraciones de índole económica, proximidad con el responsable de la propia lista, editorial o medio de comunicación. En este año que termina han sido muchos los libros que han pasado por mis manos, algunos de los cuales tuvieron su lugar en este Blog en forma de reseña u otro tipo de referencia. No caeré en la tentación de construir un ranking de cuál o cuáles me parecieron más interesantes. Todo ellos, sin duda, merecieron la pena, en mayor o menor grado y, desde luego, no me considero en absoluto autorizado para efectuar ningún tipo de evaluación, no soy quien para juzgar la creatividad y la imaginación de otros compañeros escritores que se ven plasmadas en sus páginas. 

Opto, sin embargo, por ensamblar una relación distinta de obras, armonizadas, en todo caso, por un criterio común, el de ser "papeles de viejo", ediciones antiguas, generalmente, primeras o segundas, y de autores más que consagrados, que forman parte del acervo literario de nuestra lengua. En bibliofilia, la arqueología dispensa momentos apasionantes, desde los previos puramente de búsqueda, de remover cajones o estanterías, hasta aquellos de exaltación por el hallazgo de una pieza deseada, aun cuando no pocas veces, resulten opacados ante la bofetada de realidad que supone su coste. En esta aventura, son paraíso para el bibliófilo las librerías de segunda mano, sobre todo las que se encuentran ocultas en algún callejón o en edificios que tienden a pasar inadvertidos, las casetas de emblemáticos enclaves como la archiconocida Cuesta de Moyano, en Madrid, o las Ferias del Libro antiguo y de ocasión, como la que uno tuvo la oportunidad de recorrer durante el pasado octubre en el Paseo de Recoletos, también de Madrid, donde se dan cita libreros de toda la geografía nacional con material siempre muy atractivo. Estas serán las fuentes para construir mi peculiar lista de libros que me ha dejado el año 2024.

Diego, Gerardo. Manual de espumas. Cuadernos Literarios. Madrid, 1924 (primera edición). Escrito tras regresar de París, en 1922, la obra es el resultado de su experiencia vital y estética, en la que pudo alternar con artistas como Juan Gris, Fernand Léger o María Blanchard. Todo ello se condensa en este libro, calificado como uno de los trabajos creacionistas más logrados del poeta.

Prados Such, Emilio. Signos del ser. Papeles de Son Armadans (Colección Juan Ruiz VIII), Madrid, Palma de Mallorca, 1962 (primera edición). Libro escrito en el año anterior a su muerte en el exilio mexicano, el poeta malagueño Emilio Prados, perteneciente a la llamada "Generación del 27", revela sus inquietudes en esta obra de madurez publicada en la colección de poesía de la revista Papeles de Son Armadans, dirigida por Camilo José Cela, al que dedica la fotografía que precede a la palabra poética y que le hizo en Tlaxcala (México), el también poeta exiliado Manuel Altolaguirre. Una auténtica joya de uno de los poetas menos difundidos de esta generación tan nombrada.

Barral, Carlos. Metropolitano. Ediciones Cantalapiedra. Torrelavega, 1957 (primera edición). Concebido como un largo poema meditativo que define la imago mundi del hombre contemporáneo. Interesantísimo libro que sobresale dentro de la poética de los años 50 tanto por su temática como por el lenguaje original en que se vertebra. 

Brines, Francisco. Palabras a la oscuridad. Insula. Madrid, 1966 (primera edición). Las palabras que introducen el poemario abocan sin remisión a sumergirse en su lectura: "En aquel lugar miraron sus ojos, por ver primera, la hermosura del mundo, y sintió amor. No habrá olvido nunca para ese recuerdo".  Se trata del segundo libro del poeta, que fue Premio de la Crítica en 1967. En él se aprecian ya elementos que van a mantenerse a lo largo de la obra del autor valenciano, como los poemas amorosos, los viajes y las referencias culturales. 

Colinas, Antonio. Sepulcro en Tarquinia. El Bardo, Colección de poesía. Editorial Lumen. Barcelona. Primera Edición en esta colección, 1976, con prólogo de Francisco Brines. Qué decir de un libro como éste. Autor encuadrado en el grupo de los llamados "Novísimos", ofrece una poesía impecablemente bella, llena de matices, crisol de elementos esteticistas y culturalistas con el paisaje italiano y la evocación de antiguos escenarios como telón de fondo, sin renunciar, por ello al discurso más profundo y emocionante, el del hombre que rebasa las fronteras del tiempo.

No abandono a Brines y a los "Novísimos", tampoco a la huella en nuestra lírica de los poetas pertenecientes a las generaciones de los años cincuenta y sesenta, convertidos ya en maestros y voces imprescindibles a primeros de la década siguiente, la de los setenta. Hablaremos ahora de la colección "Ocnos", dirigida por Joaquín Marco y publicada por la editorial Llibres de Sinera, en la Barcelona de aquella época. En marzo de 1971 aparece el poemario Aún No, de Francisco Brines (primera edición en la mentada colección), cuyo consejo de redacción conformaban en ese momento Pere Gimferrer, José Agustín Goytisolo, Luis Izquierdo y Manuel Vázquez Montalbán. Casi nada. Pero es que, en diciembre de ese mismo 1971, la colección "Ocnos" reedita, también como primera edición en sus páginas, el libro ya aparecido en 1967, del poeta Guillermo Carnero, otro de los "Novísimos", Dibujo de la muerte, con un consejo de redacción al que se había incorporado, si es que faltaba alguien para darle lustre, el poeta Jaime Gil de Biedma. Son ediciones pequeñitas pero valiosas si tenemos en cuenta la enorme calidad de sus textos y de quienes los avalan. 


Para cerrar esta crónica de la poesía adquirida en librerías de viejo durante el año que despediremos en breve, viajaremos varias décadas atrás, hasta aquellos días en que el Modernismo era la tendencia dominante, rescatando de los atestados anaqueles de la librería Merlín, en Bogotá (Colombia), el volumen Alma, del poeta Manuel Machado, publicado en 1902, por Garnier Hermanos, Libreros-Editores, París, con estudio crítico de C. Santos González. El libro representa un ejemplo relevante del estilo modernista con la influencia de Rubén Darío y Paul Verlaine, así como por su temática neorromántica y decadente, con especial atención a los elementos formales, sin olvidar la herencia de la poesía precedente, renovada no obstante por Machado y la preocupación por la lírica popular, apreciable en temas y metros empleados. 

Hasta aquí mi lista de libros de poemas fruto de la labor arqueológica desplegada durante 2024. Autores y obras que continúan vivos hoy día y cuya influencia ha sido constante en las generaciones que nos han precedido y todavía ahora son de obligada lectura para cualquier buen aficionado a los versos. 


















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