El martes siempre fue un día para la reflexión, un interludio en el intenso itinerario de la Semana Santa. Momento perfecto para una audición de música de capilla o una incursión en la polifonía, con obras como Psalmi Davidis Paenitentiales, de Orlando di Lasso. Martes Santo de silencios interiores, de meditación sobre uno mismo. Se sea o no creyente, y en horas como las que vivimos, de frenética incertidumbre, parece necesario preguntarse qué podemos hacer para revertir esa indolente insolidaridad del mundo que, junto a otras circunstancias, nos ha llevado a donde hoy estamos, cómo habremos de trazar las líneas de ese futuro que vendrá después y que desde luego, no va a ser fácil. Con la Semana Santa como excusa, las imágenes del martes llaman a la penitencia, a indagar en qué podemos haber fallado. Los Cristos que hoy debieran haber desfilado en mi ciudad no se rodean de fanfarrias ni alardean de ostentosos cortejos. Enarbolan el silencio como lema e incluso desde sus propias advocaciones advierten de la necesidad de la concordia, de la humildad como salvoconducto para una reinvención de nosotros mismos. Perdón, Amparo, valores sin duda de los que la humanidad está más que necesitada.
Cristo del Perdón. Cofradía de los Ramos. Cáceres
Nazareno del Amparo. Cofradía del Amparo. Cáceres
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